Es casi poético observar cómo se posiciona el hombre, en la frontera que separa la tierra del infinito y cómo, en contraste, la mujer se yergue allí donde los primeros destellos del cielo empiezan a brillar. Ambos constituyen ideales diversos y complementarios: el hombre, como la criatura más elevada; la mujer, como la personificación del ideal supremo.
Racionalidad y Sentimiento: Los Roles Divinos del Hombre y la Mujer
El escenario cósmico que Dios ha dispuesto para ellos difiere, pero en ambos casos implica una exaltación de su naturaleza: un trono para el hombre, un altar para la mujer. La magnificencia del trono realza al hombre, mientras que la sacralidad del altar bendice a la mujer.
Nos hallamos en un duelo de sabiduría y sentimientos. El hombre es la razón personificada, la mujer, la encarnación del corazón. El cerebro del hombre brilla con la luz del intelecto, y el corazón de la mujer se desborda con la riqueza del amor. La luz que irradia el hombre fecunda la realidad; el amor que la mujer emana, le da vida.
La fortaleza del hombre radica en su racionalidad, mientras que la mujer es invencible por su capacidad de sentir, de llorar. La razón, de hecho, convence, pero las lágrimas… las lágrimas conmueven.
El hombre es un héroe nato, capaz de actos de valentía inconmensurables, la mujer, por su parte, es una mártir silenciosa, cuyo sufrimiento la sublima. El hombre tiene la supremacía, la mujer, la preferencia. La supremacía representa la fuerza; la preferencia, el derecho.
El hombre es genio y la mujer, ángel. El genio del hombre es vasto e inmenso; el ángel de la mujer es indefinible y tierno. La gloria es el norte del hombre, la virtud, la guía de la mujer. La gloria engrandece, la virtud diviniza.
Templos y Sagrarios: El Enigma de la Existencia Masculina y Femenina
El hombre es un código, un conjunto de leyes rígidas, la mujer es un evangelio, un mensaje de amor y perfección. El hombre se entrega al pensamiento lógico, mientras que la mujer se sumerge en el ensoñamiento. Pensar es tener una larva en el cerebro, soñar es llevar una aureola en la frente.
El hombre es un vasto océano y la mujer, un lago sereno y límpido. El océano posee la perla que embellece, el lago contiene la poesía que deslumbra. El hombre es como el águila que vuela, la mujer es como el ruiseñor que canta. Volar es dominar el espacio; cantar, conquistar el alma.
El hombre es un templo, una estructura majestuosa y visible; la mujer es el sagrario, ese recinto sagrado y misterioso. Ante el templo descubrimos nuestra insignificancia, ante el sagrario, nos arrodillamos en reverencia.
Cada uno, a su manera, encarna una faceta esencial de la existencia, y entre ellos, se despliega el espectro completo de lo que significa ser humano. Y, al final, en esta diversidad y complementariedad, encontramos nuestra unidad y propósito comunes.
Elcandildelospensamientos.com presenta este artículo, cuyo desarrollo ha contado con la participación esencial de Victor Hugo.
La Dualidad Integrada: Revelando la Femenina en Hombres y la Masculina en Mujeres
Esta verdad penetra más allá de la biología, donde en cada uno de nosotros residen herencias genéticas silenciosas del sexo opuesto. Pero esta realidad se adentra aún más, al terreno de lo psíquico, donde en cada mujer existe un hombre interno, y en cada hombre, una mujer… saber más>>