En las cartas del Tarot egipcio
Donde se describe el destino del Rey Sagrado, las trece primeras cartas representan los trece meses del año primitivo, el mes trece es el mes del sacrificio del Rey Sagrado, representado por la Muerte.
La muerte del Rey Sagrado, origen del mal augurio del número 13, sigue en el Tarot a carta 12, que representa una ceremonia del sacrificio del Rey Sagrado.
Al relacionarse la vida del Rey con la vida estacional del Sol, mediante la analogía de las estaciones del año, el Sol quedo como emblema masculino y la Luna como emblema femenino.
El Sol fue un símbolo de la fertilidad masculina cuando se reconoció oficialmente la participación necesaria del hombre en la recíproca.
De cualquier forma resulta evidente la mayor importancia de La Luna que la del Sol en las sociedades más primitivas, por lo que todas las ceremonias religiosas y fechas importantes se calculaban según las fases lunares, los solsticios o los equinoccios no se conocían más que aproximadamente y, por lo tanto, cedían en importancia a la fase de la Luna.
El carácter sagrado del numero 7
Procede de ser una fracción del mes lunar de 28 días; este último número, el 28, también tenía un carácter sagrado por ser el ciclo lunar y el ciclo de la menstruación de la mujer.
El calendario Juliano, que cambio el número de meses de 13 a 12, siguió con el mes como unidad, tal como en los calendarios más primitivos. Los días de la semana se asociaban a los Titanes, es decir, a los dioses planetarios:
- El Sol (domingo)
- La Luna (lunes)
- Marte (martes)
- Mercurio (miércoles)
- Júpiter (jueves)
- Venus (viernes) y
- Saturno (sábado)
Patrones de los diferentes gremios u oficios en la antigua Sumeria, que es de donde se tienen referencias más antiguas gracias a su costumbre de escribir sobre tablillas de barro que han preservado hasta nosotros muchos conocimientos de hasta 15 siglos antes de nuestra era.
Mitología y astrología
Para comprender algo las relaciones entre mitología y astrología es necesario, en primer lugar, tener claro que las mitologías griega, babilónica y bíblica, a la luz de las modernas investigaciones históricas y arqueológicas, difícilmente se reconcilian con las ideas e interpretaciones psicológicas de C. Jung y su escuela.
Hay que tener en cuenta que las sociedades donde se originaron los relatos míticos: básicamente Sumeria y la Grecia prehelénica (es decir, Grecia antes y durante de las diversas invasiones de los pueblos que se conocen como helenos: Los Jonios, los Aqueos y los Dorios).
No eran precisamente sociedades primitivas con mentalidad infantil que estuvieran dando forma literaria a arquetipos de su inconsciente o a otras ensoñaciones psíquicas. Estas sociedades estaban muy desarrolladas y poseían una organización política, religiosa y burocrática muy sofisticada.
Eran sociedades urbanas, con sistemas políticos y religiosos que gozaban de una gran tradición, con sistemas económicos y jurídicos análogos a los actuales, con registros públicos para las transacciones comerciales y los títulos de propiedad, con enseñanza regular de diferentes niveles y técnicas de construcción y agricultura avanzada.
Así pues, ni la Creta minoica, ni la Grecia micénica, ni Sumeria, ni el Egipto faraónico pueden identificarse con los inicios de la civilización humana, por más que sean los pueblos civilizados más antiguos que conocemos en occidente.
Sino que estaban ya en fases evolucionadas y, por lo tanto, no parece que sea posible aplicarles a sus construcciones mitológicas las categorías psicológicas de Jung.
Estudio de la mitología y su relación con la astrología
Resulta, si embargo, mucho más razonable para tratar el estudio de la Mitología y su relación con la Astrología, si vemos a esas poblaciones de Grecia y Asia Menor como mucho más próximas a nosotros en sus inquietudes y ambiciones, quizás más inclinados a emplear el lenguaje poético de la metáfora y la alegoría.
Sociedades rurales en proceso de urbanización, con grandes y pequeñas ciudades, con toda la problemática y contradicciones que esto atañe, sometidos a importantes flujos de migraciones, unas controladas y otras no tanto, unas pacificas y otras con carácter de auténticas invasiones, con sus luchas sociales, de clase, étnicas, religiosas y de cualquier otro tipo, como en todo momento de la historia de la humanidad.
Una gran parte del mito no es más que propaganda política expresada en forma poética, cuyas claves hoy resulta difícil de ver con claridad, como toda propaganda distorsiona, exagera y miente deliberadamente cuando interesa, resulta diferente cuando se formula desde el bando de los vencedores o desde el bando de los vencidos, pero algunos de los mitos más conocidos han sido muy bien estudiados, de modo que no resulta necesario recurrir a ningún tipo de explicación psicológica.
Arquetipo de la muerte
Se suele describir a Perseo como el arquetipo de la muerte, lo cual no está muy lejos de la realidad.
Históricamente Perseo representa algún caudillo concreto o en general a los caudillos helenos que invadieron Grecia en la última fase de las progresivas invasiones, cuando de forma sistemática destruían todo vestigio de la civilización griega que encontraban a su paso.
Por eso a Perseo “el destructor”, resulta fácil relacionarlo con la muerte
En la historia mítica de Perseo se dice que mato a la Quimera, degolló a la Gorgona y que también domo al caballo Pegaso, que era hijo de la Gorgona…
Es decir que la Gorgona, o sea la misma Diosa, los había creado, mediante su cría y cuidados en los establos de sus templos, de manera que fueran tan rápidos que pareciera que llevaran alas, símbolo de su carácter sagrado.
Está claro que los Helenos sustituyeron el calendario de los nativos (la Quimera es un emblema del calendario de tres estaciones, está representado por un animal compuesto de tres partes de animales distintos, cada uno de ellos representa una estación del año) por su propio calendario, el de los invasores.
La doma del caballo Pegaso se explica por el robo de los caballos sagrados que tenían los templos de la Gran Diosa, y por último la decapitación de la Gorgona (mascara ritual de las sacerdotisas de la Gran Diosa) es una clara alusión a la eliminación de la dirección femenina de los templos, la sustitución de sacerdotisas por sacerdotes y la reducción de las sacerdotisas sobrevivientes a simples criadas o prostitutas al servicio de los templos.
Alba de Hermes
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