Yo: Hola, Dios. ¿Te puedo hacer una pregunta?
Dios: ¡Por supuesto!
Yo: ¿Me prometes que no Te vas a enojar?
Dios: No tengas miedo.
Yo: ¿Por qué dejaste que hoy me pasaran tantas pero tantas cosas?
Dios: ¿A qué te refieres?
Hola, Dios ¿Te puedo hacer una pregunta?
Yo: Bueno, primero que nada, me quedé dormido.
Dios: Es verdad …
Yo: Después no me arrancó el auto porque se me acabó la batería y tuve que pedirle a alguien que me ayudara con los cables …
Dios: Ok …
Yo: En el almuerzo me trajeron un plato que no había pedido y hasta que se dieron cuenta, ya no me quedó tiempo para comer y volví con hambre a la oficina …
Dios: Continúa …
Yo: Cuando salí de la oficina, sonó el celular y quise contestar, pero justo entonces se me resbaló y se cayó al suelo y se rompió.
Dios: ¿Qué más?
Yo: Como si todo eso fuera poco, cuando llegué a casa, lo único que quería era tranquilizarme un poco después de todo lo que pasé, y me senté con el masajeador de pies que me compré el otro día … ¿y sabes lo que me pasó? ¡Me di cuenta de que me lo vendieron sin el cable!
Dios: Entiendo …
Yo: Hoy todo me salió mal, solamente problemas tuve todo el día. Pero ¿Por qué me hiciste todo esto, Dios mío?
Dios: Déjame que Me acuerde …
Ah sí … Resulta que hoy a la mañana el Ángel de la Muerte fue a hacerte una visita cuando todavía estabas en la cama y Me vi forzado a enviar a Mis ángeles para que se le enfrentaran … Y mientras tanto, te dejé dormir …
Después no dejé que te arrancara el auto porque precisamente en el momento en que ibas a salir pasó por ahí un conductor borracho que regresaba de toda una noche bebiendo whisky y si hubieras salido con el auto, te habría chocado.
Ah sí … y el mozo del restaurante que te preparó el plato estaba enfermo, y si te hubieras contagiado, habrías sufrido enormemente y habrías perdido varios días de trabajo, que Yo sé que tanto necesitas …
La persona con la que te paraste a hablar por teléfono después tenía pensado mentir respecto a todo lo que le ibas a decir, y eso te habría causado un enorme daño – por eso preferí que no le respondieras …
Ah … y con respecto al masajeador que compraste el otro día, resulta que tenía un desperfecto interno y si lo hubieras enchufado se habría producido un cortocircuito y habrías corrido gran peligro de electrocutarte.
Entonces … ¿qué aprendemos de esto?
Que todos los días tenemos conversaciones como esta, pero con una sola diferencia – que muchos de nosotros simplemente no queremos escuchar lo que Dios quiere decirnos.
Cada cosa que nos pasa, es todo, absolutamente TODO, para bien!
¡Que Su Gran Nombre sea alabado por siempre!
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