Los higas, conocidos por otros nombres como figas, manezuelas, ciguas, maninas, puñeres o manos negras, tienen mucho más que ser simples piezas de joyería. Estos objetos encierran una gran riqueza de creencias ancestrales.
Historia de Higa, amuleto lleno de magia y simbolismo
La expresión, que según la RAE se refiere a un diminuto adorno en forma de puño que protege del mal de ojo o a un movimiento que se realiza con la mano cerrada, con el pulgar intercalado entre el índice y el corazón, como signo de lo detestable y muestra de burla y mofa, tiene múltiples interpretaciones.
Hay una larga y rica historia de la higa como amuleto, y muchas culturas la utilizan por diversos motivos. Especialmente venerada por los aborígenes y los indios norteamericanos, así como por los árabes y pueblos africanos y mediterráneos.
Algunos creyentes creen erróneamente que los dedos tienen propiedades sobrenaturales.
Las posturas que adoptan y los materiales usados para construir las piezas también contribuyen a ello. Los arqueólogos han descubierto objetos que corroboran el uso de esta imagen por tirios, fenicios y romanos, así como hallazgos en bronce, coral y azabache, el más antiguo con ochocientos años de antigüedad.
Los yacimientos demuestran que el Estado púnico ya producía higas, y algunas unidades óseas descubiertas en nuestra nación sirven de ejemplo para las vitrinas de los museos nacionales.
La afición de los hispanos por este objeto se fue desarrollando con el tiempo, y tanto su aspecto como su tamaño no han variado en gran medida desde la antigüedad.
Gesto de la mano
El gesto de la mano y su nombre admiten varias interpretaciones, pero en general se define como un amuleto profano en forma de miembro superior, antebrazo con el puño cerrado.
Las pruebas de que las higas existieron en la época prerromana se apoyan en el hecho de que a menudo se encontraban juntas en amuletos con medias lunas, que se relacionaban comúnmente con diosas de la fertilidad como Asherah, Astarté y Afrodita en el Mediterráneo.
Además, las antiguas sociedades clásicas veían a menudo la higuera como un árbol sagrado asociado a cuestiones sexuales.
Creían que las hojas de la higuera se asemejaban a una mano extendida y sus frutos a la posición de los dedos de una cigarra, e identificaban al higo silvestre como el macho y al higo cultivado como la hembra.
Algunos autores mencionan una efigie priapesca, en la que se coloca una figura masculina a la derecha y una femenina a la izquierda. Se dice que representa un acto sexual, por lo que a veces se la denomina «mano impúdica».
Hacer la higa
Durante generaciones, ha sido costumbre hacer una muestra ofensiva de falta de respeto con el propósito de infligir daño desde lejos a otro ser vivo. En España, este gesto se denomina «hacer la higa».
Para contrarrestar la energía negativa, era necesario portar un objeto que simbolizara el gesto, generalmente elaborado con azabache o ámbar, a los que se atribuyen poderes protectores especiales contra la ira.
En la época medieval, las higas, un tipo de amuleto fálico que había sido prohibido por la Iglesia, se hicieron cada vez más populares y se extendieron por toda la Península Ibérica, especialmente en Asturias, Galicia y Castilla-La Mancha.
Estas regiones todavía muestran hoy con fuerza la presencia de estos amuletos. La demanda de este amuleto aumentó durante el Renacimiento, lo que hizo que aumentaran de tamaño y se ornamentaran.
Manos de azabache
Según los inventarios de los azabacheros compostelanos, que fabricaban enormes cantidades de estos objetos, en 1538 empezaron a denominarse «manos de azabache». Diez años más tarde, pasaron a llamarse «figas».
En el siglo XVI, las esculturas eran típicamente de manos derechas, con un diseño liso y bien formado. Sin embargo, en el siglo XVII, la tendencia cambió a representar manos izquierdas, con un aspecto más moderno y estilizado, junto con diversos detalles ornamentales.
En el siglo XVII, era frecuente verlas con medias lunas y corazones tallados. Las medias lunas solían asociarse a la mano izquierda, que simbolizaba el género femenino, y a veces también aparecían rosas de Jericó o efigies de la Virgen.
Los corazones se asociaban a la mano derecha, que simbolizaba el género masculino. Otras interpretaciones relacionan los corazones con Jesucristo y las medias lunas con la Virgen María, ya que ambas imágenes aparecen con estos objetos en la simbología cristiana…