El Poder de la Higa: Historia y simbología de un amuleto protector

El Poder de la Higa: Historia y simbología de un amuleto protector, InfoMistico.com

La Higa, también conocida como Figa o Manezuela, es un amuleto con una rica historia que se remonta a civilizaciones mediterráneas y precristianas. Utilizada para proteger contra el mal de ojo y las envidias, su simbología combina elementos paganos y cristianos. A lo largo de los siglos, ha sido adoptada por diversas culturas, manteniendo su relevancia tanto en tradiciones populares como en la joyería contemporánea.

Higa: Amuleto ancestral de protección contra el Mal de Ojo

La fascinación por los amuletos ha acompañado a la humanidad desde tiempos remotos. Entre todos ellos, la Higa —también conocida como Figa, Manezuela o Puñera— destaca por su profunda carga simbólica y por las múltiples culturas que la han reivindicado a lo largo de la historia.

Origen y simbología primigenia de la Higa

Los orígenes de la Higa se remontan a civilizaciones mediterráneas y precristianas que la utilizaban como talismán para ahuyentar el mal.

Hallazgos arqueológicos en territorios fenicios y romanos dan cuenta de la importancia que este objeto revestía. El gesto de la mano cerrada, con el pulgar asomando entre el índice y el corazón, tenía un doble propósito: brindar protección contra los malos augurios y lanzar un mensaje de irreverencia ante energías dañinas.

Por otro lado, la higuera —árbol venerado en diversas mitologías— se asociaba con la fertilidad y la sexualidad. Este nexo con la fecundidad se reforzaba con la forma de la Higa, que algunos intérpretes relacionaban con símbolos fálicos. De allí surgió la denominación de “mano impúdica”, pues encarnaba un cierto atrevimiento destinado a contrariar fuerzas malignas.

Higa: presencia en distintas civilizaciones

La versatilidad de la Higa traspasó límites culturales y geográficos. Entre los fenicios y los romanos, se esculpía en materiales como el bronce o el coral.

Más adelante, los aborígenes americanos, las tribus africanas y las poblaciones árabes adoptaron versiones similares para el resguardo espiritual. En la Península Ibérica, estos amuletos acompañaban el día a día de campesinos y artesanos, convirtiéndose en un símbolo inquebrantable de protección frente a envidias y maldiciones.

Las referencias prerromanas se evidencian cuando se analiza la relación de la Higa con las medias lunas y otros símbolos asociados a diosas de la fertilidad como Astarté y Afrodita. Aquellos pueblos concebían que la forma de la mano en la Higa aludía no solo al castigo de lo negativo, sino a la invocación de la energía creadora.

Durante la Edad Media, la popularidad de la Higa aumentó de forma notoria.

Aun cuando la Iglesia Católica prohibió ciertos amuletos considerados “fálicos” o “impúdicos”, muchas comunidades rurales y urbanas persistieron en su uso para protegerse de maleficios y mal de ojo. En ámbitos como Galicia, Asturias y Castilla-La Mancha, se elaboraban piezas en azabache o coral que resaltaban por su brillante colorido y su detallado tallado.

Asimismo, las manufacturas e inventarios de la época medieval evidencian que estos talismanes podían portar otras imágenes o inscripciones que ofrecían un mayor poder protector. Figuras de santos populares —San Antonio, Santiago o San Juan— se plasmaban en la muñeca o en los dedos para invocar su auxilio divino. Poco a poco, la Higa se transformó en un objeto híbrido, reuniendo confluencias paganas y cristianas.

La influencia de la Higa en el renacimiento

Durante el Renacimiento, Europa experimentó un fervor renovado por la cultura clásica. Ese retorno a las fuentes grecorromanas reforzó el simbolismo de la Higa, que empezó a lucir mayores ornamentos y creció en tamaño.

El azabache, el coral y el cristal de roca dominaron la producción de este periodo. Cada material respondía a una creencia concreta:

  • Azabache: asociado con la magia y la curación, se usaba para ahuyentar la negatividad.
  • Coral: por su tonalidad rojiza, se creía que protegía contra enfermedades de la sangre y fenómenos naturales adversos.
  • Cristal de roca: su pureza y transparencia representaban la luz y la claridad mental, amén de salvaguardar de la tristeza y la melancolía.

No obstante, y pese a la sofisticación, el gesto de la mano seguía dominando la iconografía. Esta vigencia se explica por la permanencia del mal de ojo como temor colectivo y por la necesidad de canalizar fuerza positiva a través de la joyería.

Los artesanos desarrollaron diversas técnicas para embellecer las Higas. Se incluían monturas de plata o metal chapado, brazaletes con incrustaciones de perlas o piedras preciosas y detalles cincelados con filigrana. En algunos talleres, se tallaban incisiones en espiga en la parte posterior de la mano o en los dedos para remarcar la posición peculiar del pulgar.

A partir del siglo XVII, se identificó una tendencia hacia la mano izquierda en los diseños, la cual indicaba una conexión con el linaje materno o con las deidades femeninas. Por contraste, la mano derecha simbolizaba al varón y podía incorporar corazones que evocaban la fuerza vital masculina. Aunque estas distinciones variaban según la región, plasman la riqueza de significados que se acumulaba alrededor de un simple puño cerrado.

Significado de la Higa en el contexto contemporáneo y herencia cultural

Con el paso de los siglos, la Higa perdió en ciertos ámbitos su connotación sagrada o mágica para convertirse en un accesorio estético. No obstante, muchas comunidades la siguen valorando como amuleto protector contra la envidia y el llamado “mal de ojo”.

Niñas y mujeres, especialmente, lo incorporan en sus joyeros como un emblema de identidad y defensa espiritual.

En el siglo XIX, algunos diseños buscaron suprimir la connotación obscena agregando santos o vírgenes tallados en la muñeca. Para el siglo XX, la tendencia general fue de simplificación, con figuras menos recargadas y un retorno a la esencia original del puño. Aun así, el arraigo del amuleto se mantuvo vivo en regiones de tradición rural, donde subsisten creencias folklóricas transmitidas de generación en generación.

Actualmente, la Higa se produce en una gran variedad de materiales, desde la porcelana y la madera hasta el vidrio.

Estas opciones, más económicas y accesibles, democratizan su uso, aunque disminuyen la resistencia frente al desgaste. Quien busca calidad y simbolismo más profundo sigue apostando por el azabache y el coral, considerándolos fuentes de energía y protección.

Las joyerías de Galicia y Asturias, reconocidas por su trabajo en azabache, aún elaboran hermosas Higas artesanales. Estas conservan la esencia tradicional y combinan el pulido meticuloso de la piedra con engastes en plata u oro, para satisfacer tanto gustos conservadores como tendencias contemporáneas.

Poder sanador y superstición de la Higa como amuleto

Aunque la ciencia moderna no valida los poderes sobrenaturales que se atribuyen a la Higa, la psicología reconoce que los objetos de protección pueden fomentar la confianza y el bienestar emocional en quienes los portan. Esta dimensión simbólica es fundamental para comprender por qué un amuleto como la Higa permanece vigente: la fe depositada en él se convierte en un catalizador de seguridad interior.

En la medicina popular, se le ha adjudicado la capacidad de aliviar problemas dentales, reducir fiebres y expulsar energías malignas que se presumía causaban diversos malestares. No hay evidencia científica que respalde tales efectos, pero la dimensión cultural y emocional a menudo sostiene prácticas colectivas que fortifican la identidad y la cohesión social.

Lejos de desvanecerse en la actualidad, la Higa continúa cautivando a coleccionistas, investigadores y público general. Museos etnográficos en España y colecciones privadas alrededor del mundo exhiben antiguas Higas en coral rojo, marfil o azabache negro, reflejando la extraordinaria capacidad de este amuleto para perdurar.

En diversos mercados artesanales, el interés por la Higa ha cobrado renovado impulso entre visitantes que buscan artículos con una historia tangible. Sus diseños minimalistas, su simbolismo místico y su versatilidad cultural la convierten en un recordatorio permanente de la creatividad humana a la hora de enfrentar la incertidumbre.

El viaje cultural de la Higa: de símbolo pagano a amuleto universal que conecta fe, tradición y arte

La Higa, desde su papel como símbolo pagano hasta su adopción dentro de la tradición cristiana, encierra una narrativa singular que mezcla orígenes antiguos, intercambios culturales y creencias populares. Su resistencia a desaparecer confirma que los amuletos no solo cumplen la función de embellecer, sino que también representan la necesidad humana de apoyarse en un poder superior o en objetos dotados de mística protección.

En un mundo cada vez más globalizado, el estudio y la puesta en valor de amuletos como la Higa nos recuerdan la relevancia de las tradiciones orales, los ritos y las expresiones artísticas que definen la identidad de las comunidades. Aunque la función protectora pueda considerarse hoy en día más simbólica que real, su permanencia señala un anhelo colectivo de seguridad y conexión con lo ancestral.

Este amuleto, a simple vista modesto, sintetiza la relación íntima entre fe, tradición y arte que trasciende fronteras. Su viaje de mano en mano, de civilización en civilización, representa el intercambio constante de valores y creencias que configuran nuestra herencia cultural. Y, aún hoy, continúa cautivando a quienes buscan un toque de magia cotidiana en medio de la vertiginosa modernidad.


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