Muchos de nosotros hemos asumido en numerosas ocasiones cargas ajenas y problemas que no eran nuestros. Lo hacemos en libertad y convencidos de que, si queremos o apreciamos a alguien, lo más adecuado es ayudar, apoyar y compartir dificultades.
Escucha los problemas de otros, pero no los hagas tuyos
Si bien es cierto que no siempre es fácil mantener una distancia emocional frente a las dificultades personales de los demás, en ocasiones, es necesario conseguirlo. Por nuestro bienestar psicológico y por nuestra salud.
Queda claro que siempre haremos lo imposible por nuestra familia y amigos, no hay duda, pero cuando cruzamos ese límite en que dejamos de cuidar de nuestra propia salud, dejaremos de ser útiles para todo el mundo, incluso para nosotros mismos.
Asumir como propios los problemas y cargas ajenas es algo común entre muchas mujeres e incluso entre padres de familia. Son personalidades que buscan, ante todo, aliviar el sufrimiento personal sus hijosu otras personas significativas pensando que así las cosas se van a solucionar. No obstante, esta regla no siempre se cumple.
Pensemos durante unos instantes en estas ideas.
El rol del “salvador”
En ocasiones, la persona que decide ofrecer ayuda y hacer propias cargas ajenas acaba estableciendo una relación de dependencia muy complicada.
- Tememos decir “no” por miedo a hacer daño, lo cual nos obliga a ceder en todo hasta el punto de intuir que, en ocasiones, la otra persona no tiene en cuenta nuestros sentimientos o ese límite entre lo que es lícito pedir y lo que no.
- Actuar como salvadores no siempre soluciona las cosas. En muchos casos, lo que conseguimos es agravar la situación porque ahora “el problema es compartido”, y las cargas se vuelven más dañinas.
Escucha los problemas de otros, pero no los hagas tuyos
Establecer una adecuada distancia emocional es algo imprescindible que deberíamos aprender a practicar.
Es obvio que todo dependerá de la cercanía que tengamos con la persona que tiene problemas, y no actuaremos de igual modo con un hijo que con un compañero de trabajo. No obstante, es necesario tener en cuenta lo siguiente:
- El asumir como propios las dificultades de otros, tal y como hemos dicho, no siempre es la solución. Podremos actuar de forma más constructiva ofreciendo apoyo, consuelo emocional y motivación.
- Un problema debe solucionarse con estrategias propias y actuando con valentía y madurez, pero nunca responsabilizando de ello a los demás.
A modo de ejemplo: tenemos un hermano que no encuentra trabajo. Lo ayudamos en todo lo que necesita e incluso le buscamos una ocupación. No obstante, nos recrimina “que ese empleo no va con él, que aspira a algo mejor”.
¿Cómo deberíamos haber actuado? En lugar de ir de “salvadores” lo mejor es escuchar, apoyar en todo lo necesario pero permitir que sea nuestro hermano quien, por sí mismo, desarrolle las estrategias personales que crea convenientes para alcanzar el objetivo que desea.
Preocuparnos por las personas que queremos es licito y comprensible pero, en ocasiones, es mejor no “hacer propios los problemas ajenos”, porque son los demás quienes deben encontrar la mejor solución a sus propias necesidades.
Actúa como experto en ti mismo para ofrecer lo mejor a los demás
No por darlo todo vamos a ser más queridos ni más respetados por los demás. En ocasiones, esta relación no se cumple.
Vivimos en una extraña sociedad donde suele creerse que quien más da es más ingenuo, y quien más ofrece nunca será capaz de darnos una negativa. No es lo adecuado. Por ello, es necesario ser expertos de nosotros mismos y actuar con equilibrio, autoprotección y con una buena autoestima para cuidar de nuestra integridad y, así, dar también lo mejor de nosotros mismos a los demás.
Vale la pena entonces reflexionar en estas ideas.
- Dar una negativa en el momento adecuado no es dejar de ofrecer ayuda. A veces, es una forma estupenda de que la otra persona llegue a desarrollar estrategias propias que le serán más útiles: evitaremos la dependencia.
- Dar una negativa a quien no te ha mostrado respeto y a quien piensa que tu única función es ayudar, les permitirá comprender que también tú tienes necesidades y límites que hay que respetar.
- No te sientas mal por decir “NO”. Al hacerlo, actuaremos con asertividad y con madurez emocional, porque es cuidar de nuestra autoestima para dar lo mejor de nosotros mismos cuando decidamos decir “sí”.
Reconciliarnos con la energía del NO
Decir no es incómodo. Al menos es a lo que nos han acostumbrado en general, en especial, a las mujeres. Parece que debiéramos estar siempre disponibles para hacer lo que otros nos pidan y, encima, hacerlo alegremente.