El doctor en historia por la Universidad Gregoriana de Roma, augura que el nuevo Papa se llamará Juan Pablo III o Benedicto XVII para demostrar la continuación de sus legados. A sus 75 años, Josep María Martí conoce de primera mano los entresijos de los cónclaves papales.
Elección papal tendría que ser más abierta y menos secreta
Tuvo la oportunidad de acompañar como secretario a Narcís Jubany, arzobispo de Barcelona en los 70, al cónclave que eligió a Juan Pablo II.
Actualmente dirige el Archivo Diocesano de Barcelona y el Museo Diocesano y nos desvela las claves de las elecciones papales y sus preferencias de candidatos.
En 500 años, Benedicto XVI ha sido el primer Papa en renunciar de sus funciones…
Hasta entonces había habido 22 renuncias papales, algunas voluntarias y otras impuestas. De estos, hay un bloque de 5 ó 6 que han sido perseguidos, martirizados y exiliados. Por ejemplo, el Papa San Ponciano fue maltratado y al final lo castigaron en las minas de Cerdeña. Y tuvo que renunciar desde el exilio.
¿Cuáles han sido los motivos más llamativos de las renuncias?
Celestino V parece que tenía alzhéimer y no servía para ser Papa. De hecho, encargaba a varios cardenales que fueran obispos de un mismo sitio, cuando solo podía haber uno, y finalmente tuvo que renunciar.
También existe el caso del papa Formoso (en el año 890), que murió después de la elección. Al cabo de un tiempo le hicieron un juicio y, a pesar de que estaba muerto, le retiraron el título de Papa. Renuncias por temas de salud, como la de Benedicto XVI, ha habido unas 5 ó 6 en la historia.
¿Cuál es la importancia de las reuniones previas al cónclave?
Son muy importantes y, de hecho, podríamos decir que el pre cónclave es más importante que el propio cónclave. Es lógico que estos días los cardenales hablen, pregunten y quieran saber información de todos ellos.
En los cónclaves que acompañé al arzobispo de Barcelona, Narcís Jubany, antes del inicio del mismo teníamos conversaciones con todos los cardenales posibles. Como había tantos, con unos tomábamos el vermut, con otros la comida y después de comer hacíamos el café con otro grupo de electores.
Antes del inicio siempre hay una quiniela de favoritos…
En otros cónclaves se sabía más o menos quien podía ser ‘papable’, pero en este está difícil. Lo que sí es cierto es que si un cardenal entra al cónclave favorito para ser Papa, sale del cónclave siendo simplemente cardenal.
¿Cómo han sido los cónclaves a lo largo de la historia?
Han sido difíciles, ya que llegar a un resultado casi de mayoría absoluta es muy difícil. Por ejemplo, el cónclave que eligió a Gregorio X duró tres años y medio.
No había manera que los cardenales se pusieran de acuerdo e incluso se tomaron medidas como retirarles platos de las comidas hasta que se quedaron a pan y agua.
A pesar de eso, seguían sin ponerse de acuerdo y, como era el mes de febrero, les quitaron el techo. Finalmente, en 1271 escogieron a Gregorio X, que tuvo que acudir a Roma desde Palestina, donde estaba luchando en las cruzadas.
De hecho, el cónclave duró tanto que tres cardenales murieron durante su celebración.
¿Y si sucediera lo mismo en este?
No sucederá. Por eso son importantes las reuniones preparatorias para conocerse mutuamente. Últimamente los cónclaves han durado poco y todo indica que éste también.
A parte de los cardenales electorales, ¿quién más participa en el cónclave?
El maestro de ceremonias, el personal de cocina, médicos, los servidores y también monjas. Según tengo entendido, hay una docena de personas. En tiempos de Pablo VI también entraba el secretario de los cardenales.
Me acuerdo que cuando fui a uno de los cónclaves como secretario de Narcís Jubany me denegaron el acceso, ya que habían cambiado las normas. Desde aquel momento, los cardenales acceden solos.
¿Hay alguna tradición no escrita que se lleve a cabo?
Cuando un cardenal es escogido Papa, antes de salir al balcón le pone su birrete en la cabeza del que ha sido maestro de ceremonias del cónclave.
Hay que decir, por eso, que Benedicto XVI no siguió esta tradición y no le puso su birrete a Guido Marini, el maestro de ceremonias del último conclave.
¿Qué comen los cardenales durante los días que están encerrados?
No tienen un menú especial, comen de forma normal. Sí que hay cardenales que tienen que seguir una dieta especial, pero en Santa Marta tienen un restaurante sencillo donde pueden escoger qué comer.
¿Y siguen alguna actividad de relajación?
Tienen momentos de oración y entre ellos pueden hablar. No consta que tengan ninguna actividad de ocio ni que vean por la televisión ningún partido de fútbol, ya que no pueden tener ningún tipo de comunicación con el exterior.
La filtración de cualquier información está totalmente prohibida…
Antes se sabían más datos sobre el resultado de las votaciones en el cónclave, pero desde hace un siglo hay un absoluto rigor, de tal manera que ningún cardenal puede decir nada.
De hecho, en ocasiones hay cardenales que pierden la cabeza y explican ciertas cosas secretas o se les escapan detalles de la elección papal.
A mí me gustaría que la elección del Papa y de los arzobispos fuera más abierta y participativa y menos secreta.
¿Cómo tendría que ser el futuro Papa a su juicio?
Creo que la iglesia ha de continuar la línea de apertura empezada por Juan XXIII y seguida por Pablo VI. Los últimos papas han sido de mucha categoría, incluido Benedicto XVI y espero que de este cónclave salga uno similar.
¿En qué se basa el nuevo pontífice para elegir un nombre u otro?
En un principio, los Papas llevaban el nombre de pila. En el 533 hicieron Papa a uno que se llamaba Mercurio y le pusieron Juan II porque no gustaba que llevara el nombre de una divinidad pagana.
Desde el siglo VII todos los Papas se cambian el nombre y se llaman de una manera u otra dependiendo de cómo quieren que sea su pontificado. Por ejemplo, Benedicto XVI se puso ese nombre porque Benedicto XV fue un pacificador de la II Guerra Mundial y él quiso pacificar la iglesia.
Creo que el nuevo Papa será una continuidad de los anteriores y se llamará Juan Pablo III o, quizás, Benedicto XVII.
¿Hay tendencias entre los electores para elegir un Papa de una nacionalidad u otra?
La realidad es que más de la mitad son italianos y todo hace pensar que el próximo Papa puede ser de esa nacionalidad. Pero hay iglesias muy vivas, como las de América Latina y Asia.
De Sudáfrica participa el cardenal negro Wildrid Fox Napier, que no llega a los 70 años y sería bueno que pudiera ser Papa porque representa una apertura de la iglesia. En Brasil, EE.UU. e Italia también hay cardenales interesantes.
¿Y en España?
A mí me gustaría mucho que tuviéramos un Papa español. El arzobispo Martínez Sistach es muy querido, tiene un gran conocimiento de lenguas y es el cardenal de Barcelona, mundialmente conocida por el fútbol y por la Sagrada Familia.
Normas y ritos que fijan el desarrollo del Cónclave Papal