La envidia es sentir dolor por el bien ajeno o alegría por el mal de otro. El “yo de la envidia”, es ante todo, un defecto de tipo emocional que nos mantiene comparándonos con los demás y nos hace sufrir cuando nos vemos en desventaja.
La Envidia — El resorte secreto que mueve las acciones humanas
Las religiones nos hablan de los 7 pecados capitales: lujuria, ira, orgullo, codicia, pereza, envidia, gula.
Se les llama también pecados mortales y ésto lo aclaran las Sagradas Escrituras cuando afirman “La causa del pecado es muerte”. Desafortunadamente, la envidia es el resorte secreto que mueve las acciones humanas.
El ser humano no posee una unidad psicológica y he allí la causa causorum de todas sus contradicciones y así, un “yo” o defecto quiere una cosa y otro, otra cosa diferente.
Cada “yo” quiere mandar y ser el amo en nuestra psiquis
Realmente, debemos comprender que el “yo” es legión y el organismo es una máquina.
El “yo” y sus contradicciones han generado la desintegración psicológica en que vive el pobre animal intelectual equivocadamente llamado hombre. Hay que comprender el significado de la palabra desintegración en psicología. Desintegrarse es desbaratarse, dispersarse, desgarrarse, contradecirse, etc.
La causa principal de la desintegración psicológica es la envidia que suele manifestarse en forma exquisita, sutil, deliciosa, venenosa, etc. Existen miles de manifestaciones de la envidia y millares de razones para justificarla. La Envidia es el resorte secreto de toda la maquinaria social.
Las personas no se contentan
El rico envidia al pobre y quiere ser más rico. Los pobres envidian a los ricos y quieren ser ricos también. El que escribe envidia al que escribe y quiere escribir mejor. El que tiene mucha experiencia, envidia al que tiene más experiencia y desea tener más que aquel. Las personas no se contentan con pan, abrigo y refugio.
El resorte secreto de la envidia por el automóvil ajeno, por la casa ajena, por el traje o las comodidades del vecino o el amigo, por el mucho dinero del amigo o del enemigo, etc., produce deseos de mejorar, adquirir cosas y más cosas, vestidos, trajes, virtudes, para no ser menos que otros, etc.
Lo más trágico de todo ésto es que ese proceso acumulativo de experiencia, cosas, dinero, robustece el “yo” y crea en nuestra mente, terribles contradicciones, espantosas desgarraduras, crueles batallas en nuestro espacio psicológico.
Ésto es doloroso, ya que no puede traer felicidad verdadera al corazón afligido; y por el contrario nos crea descontento y multiplica nuestro dolor.
El “yo”
O defecto con su experiencia de todas las edades, siempre encuentra justificativos para cometer los peores delitos. Y a ese proceso de envidiar, adquirir, acumular, conseguir, aún cuando sea a expensas del trabajo ajeno, le llaman evolución, progreso, avance, etc.
Desafortunadamente, en medio de esa inconsciencia en que se procesa nuestra alma, no nos damos cuenta de que somos personas envidiosas, crueles, lujuriosas, codiciosas, etc.
Y si por algún motivo nos llegamos a dar cuenta de todo ésto, entonces como Pilatos, nos justificamos, condenamos, buscamos evasivas, pero no comprendemos.
Urge pues la necesidad de un conocerse a “sí mismo”, desarrollando esa cualidad del alma que se encuentra atrofiada en todo ser humano y que es la auto-observación, ya que practicándola, penetra la luz de la conciencia e ilumina esa parte oculta e inconsciente que nos maneja y nos hace cometer errores.
La mente humana es envidiosa
Ahora, la envidia es difícil de descubrir, ya que la mente humana es envidiosa.
La envidia comienza en la escuela. Envidiamos la mayor inteligencia de nuestros compañeros de estudio, las mejores calificaciones, la mejor ropa, los mejores zapatos, etc.
Hay necesidad por tanto de una enseñanza superior que permita a todo ser humano la comprensión de los infinitos procesos de la envidia, para poder establecer en nuestra psiquis, el cimiento adecuado para la comprensión.
El funcionalismo de la mente se basa en “el más”
El MÁS es el resorte íntimo secreto de la envidia. La mente humana es comparativa y todo proceso comparativo es abominable. Ejemplo: yo soy más inteligente que tu, fulano es más virtuoso que zutano, etc.
La comparación se fundamenta en la dualidad de los opuestos y la base falsa de esa dualidad es el “yo psicológico”. La comparación se basa en la envidia y ésto produce descontento, desasosiego, amargura.
Yo psicológico
La única forma de acabar con la comparación inconsciente es eliminando el “yo psicológico” que es su causa y origen. La lucha psíquica contra el descontento jamás trae el verdadero contento del corazón.
El verdadero corazón contento ni se compra ni se vende sino que nace y se desarrolla como un hondo funcionalismo de la conciencia a medida que avanzamos por la avenida maravillosa del auto-conocimiento.
Aquellos que creen que adquiriendo cosas materiales, dinero, magnífica posición social, virtudes, satisfacciones de toda especie, se equivocan, porque todo eso se basa en la envidia y el camino falso de la envidia jamás nos podrá conducir al puerto del corazón contento y tranquilo.
El “yo” o defecto, hace de la envidia una virtud y la llama anhelos, progreso, etc.
Chismes
Uno de los mecanismos de la envidia son los famosos chismes, que tanto daño causan; otro son los celos, ya sean políticos, religiosos, maritales, etc. y que originan guerras, odios fraticidas, asesinatos y sufrimientos de toda especie.
Agregados psicológicos de la envidia son: la calumnia, la murmuración y la crítica, los cuales han convertido el hogar y la sociedad en nidos de intriga y de maldad.
Por estos tiempos caducos y degenerados la envidia se ha convertido en el resorte secreto de la acción: queremos superar a los demás, tener lo que otros tienen, imitar el talento de los artistas más famosos, frenar el progreso de quien asciende hacia la cumbre del éxito.
Cada vez se hace más raro encontrar a alguien que motive y enseñe a los demás a auto-realizarse plenamente en la vida.
Eliminando de nuestro interior el asqueante defecto de la envidia, nace en nosotros la virtud maravillosa de la ALEGRÍA POR EL BIEN AJENO.