La civilización maya que surgió aproximadamente hace 4 milenios se destacó como una de las sociedades más influyentes y duraderas de su tiempo, extendiéndose por más de tres milenios. Alcanzó su apogeo en el siglo X, expandiéndose a lo largo del sur de México, Guatemala, Belice y Honduras.
Apogeo y decadencia Maya: Una visión hacia el amanecer galáctico
La práctica de los sacrificios humanos dirigidos a los dioses del inframundo como una súplica por misericordia es ampliamente reconocida.
Los mayas creían que ofreciendo los corazones de sus sacrificios y arrojándolos a las aguas de los cenotes podrían apaciguar a estas deidades, a pesar de contaminar sus propias fuentes de agua en el proceso.
Enfrentando un entorno cada vez más inhóspito y conflictos internos esta grandiosa civilización se encaminó hacia su ocaso.
No obstante, dejaron un mensaje esculpido en piedra manifestado a través de siete profecías. Estas narraciones se dividen en advertencias y esperanzas delineando los desafíos de nuestra era y delineando un camino hacia un futuro más prometedor, centrado en la empatía, el respeto maternal y la sensibilidad.
Primera Profecía Maya
La primera de estas profecías predijo el fin de una era marcada por el materialismo y la hostilidad para el 22 de diciembre de 2012, proponiendo un ultimátum a la humanidad: desaparecer como una especie autodestructiva o avanzar hacia una convivencia armónica con el universo.
Desde 1999 se nos otorgaron 13 años para modificar nuestra conciencia y actitud alejándonos de la autodestrucción hacia una expansión de la conciencia que fomente la integración universal.
Los Mayas veneraban al sol como una entidad viva que se renueva cada 5,125 años, afectando a la Tierra mediante alteraciones en su eje de rotación. Pronosticaron que el 22 de diciembre de 2012 una poderosa emisión energética desde el centro galáctico reajustaría la polaridad solar, desencadenando un cambio trascendental.
Este periodo de transición comprendido entre 1992 y 2012, representó para la humanidad una fase crítica de aprendizaje y transformación, instándonos a unirnos para trascender hacia un estado de existencia basado en la armonía, superando las vibraciones del miedo que han caracterizado a nuestra civilización hasta ahora.
Segunda Profecía Maya
Transformaciones a raíz del Eclipse de 1999
La segunda profecía maya señala un cambio significativo en el comportamiento humano iniciado con el eclipse solar del 11 de agosto de 1999.
Este evento astronómico caracterizado por un impresionante anillo de fuego en el cielo marcó un hito por la singular alineación planetaria en forma de cruz cósmica, situando a los planetas dentro de los signos del zodiaco asociados a los cuatro evangelistas del Apocalipsis de San Juan.
La trayectoria de la sombra lunar sobre la Tierra cruzando zonas de conflictos históricos y actuales como Kosovo, Medio Oriente, Irán, Irak, Pakistán e India, parecía predecir una era marcada por conflictos y guerras. Esta etapa es interpretada como la antesala a una nueva era, simbolizando un tiempo de confrontaciones, aprendizajes significativos y una dualidad entre destrucción y evolución.
Este periodo de transición viene acompañado por un incremento de energía proveniente del centro de la galaxia, lo cual se prevé que cause cambios tanto físicos en el sol y la Tierra como psicológicos en el ser humano. Estas alteraciones prometen transformar profundamente nuestras maneras de pensar, sentir y relacionarnos.
Así, se anticipan cambios en los sistemas económicos, sociales, de justicia y también en las creencias religiosas y los valores previamente aceptados.
Confrontación de miedos y auge de la unidad
La profecía predice que el ser humano se enfrentará directamente a sus miedos y angustias para superarlos, permitiendo así una sincronización con los ritmos del planeta y el universo.
Este enfrentamiento con el lado negativo personal permitirá una clara visión de nuestras acciones erróneas, siendo el primer paso hacia una transformación actitudinal hacia la unidad y el despertar de una conciencia colectiva.
Se anticipa un incremento en eventos que aunque parezcan separarnos, tendrán el poder de unirnos. La profecía sugiere un aumento en la agresión, odio y desintegración familiar, junto con conflictos ideológicos, religiosos y nacionalistas. Sin embargo, en contraparte, surgirán individuos y movimientos hacia la paz, la tolerancia y el entendimiento mutuo, marcando el camino hacia una sociedad más integrada y unida.
Se vislumbra el surgimiento de seres humanos con elevada energía interna, dotados de sensibilidad e intuición para la sanación, aunque advierte sobre la aparición de impostores que buscarán provecho económico de la desesperanza ajena.
Este es un llamado a la discernimiento y al fortalecimiento interno para navegar a través de estos tiempos de cambio.
Tercera Profecía Maya
El Aumento de la Temperatura Global
La tercera profecía maya predice un incremento en la temperatura del planeta, conduciendo a cambios climáticos, geológicos y sociales de una magnitud sin precedentes y a una velocidad sorprendente.
Esta profecía atribuye el calentamiento global a varias causas, incluyendo la actividad humana desarmónica con la naturaleza, que conduce a procesos autodestructivos y a un aumento en la actividad solar que intensifica su radiación elevando la temperatura de la Tierra.
Esta advertencia subraya la urgencia de adoptar cambios en el comportamiento individual y colectivo, enfatizando la importancia de practicar acciones cotidianas que mejoren la ecología planetaria. Señala que la capacidad humana para vivir en armonía con el entorno es crucial para mitigar el impacto del aumento de la temperatura, resultado de acciones inconscientes y depredadoras.
Cuarta Profecía Maya
El Derretimiento de los Polos
La cuarta profecía maya advierte sobre el derretimiento de los polos como consecuencia directa del calentamiento global, exacerbado por prácticas anti-ecológicas humanas y un incremento en la actividad solar.
Anticipa que un aumento en la actividad solar más allá de lo normal generaría un incremento en la producción de viento solar, erupciones solares masivas, un aumento en la radiación solar y por ende un incremento en la temperatura del planeta.
La profecía insta a la humanidad a actuar de manera consciente, promoviendo resultados positivos a través de nuestras acciones y enfrentando desafíos con crecimiento y responsabilidad. Resalta la importancia de tomar decisiones conscientes y estar abiertos a las posibilidades de cambio, en vez de culpar a otros por las circunstancias adversas.
Quinta Profecía Maya
La transformación hacia la armonía
La quinta profecía maya proclama que los sistemas fundamentados en el miedo que sostienen nuestra civilización, se transformarán junto con el planeta y la humanidad para dar paso a una nueva realidad basada en la armonía.
Critica la percepción humana de ser la única forma de vida inteligente y actuar como depredadores del medio ambiente.
Esta profecía sugiere que los sistemas existentes fallarán para confrontar al hombre consigo mismo, impulsándolo a reorganizar la sociedad y continuar en el camino evolutivo hacia una comprensión más profunda de la creación.
Anuncia un nuevo día galáctico predicho por diversas religiones y cultos como una era de paz y armonía para la humanidad, implicando que cualquier elemento que no contribuya a este resultado debe transformarse o desaparecer.
La nueva era luminosa no puede sostenerse sobre una base de economía militar o imposiciones de verdades a través de la fuerza.
Sexta Profecía Maya
El presagio del cometa
La sexta profecía maya revela la aparición de un cometa cuyo curso amenazaría la existencia humana.
Los mayas interpretaban los cometas como heraldos de cambio destinados a desafiar el equilibrio existente y promover la transformación de estructuras para la evolución de la conciencia colectiva. Según esta visión, incluso los eventos más adversos contribuyen a una comprensión más profunda de la vida y el despertar hacia la creación.
Considera el sufrimiento generado por situaciones imprevistas como una oportunidad para la reflexión humana sobre su relación con el mundo y con otros seres. A través de múltiples vidas se espera que la humanidad comprenda las leyes universales de la creación.
Para los mayas, Dios se manifiesta en la infinita diversidad de la vida. El mencionado cometa, reconocido en diversas tradiciones religiosas y culturales como «ajenjo» en la Biblia, representa una potencial catástrofe.
No obstante, sugiere la posibilidad de alterar su trayectoria a través de medios físicos o espirituales, reflejando la antigua creencia maya en la interacción dinámica entre el cosmos y la humanidad.
Séptima Profecía Maya
El amanecer galáctico
La séptima y última profecía maya nos habla de una era de transición en la que el sistema solar emerge de la noche cósmica para saludar el amanecer de la galaxia.
Entre los años 1999 y 2012, se predice una sincronización de todos los seres vivos con la luz emitida desde el centro de la galaxia facilitando una transformación interna que posibilita el surgimiento de nuevas realidades.
Destaca la capacidad de todos los seres humanos para superar sus limitaciones y evolucionar a través de la adopción voluntaria de un estado de paz y amor interior. Este cambio de frecuencia vibracional permitiría una forma de comunicación basada en el pensamiento, marcando el nacimiento de un nuevo sentido humano.
La activación del código genético de origen divino, estimulada por la energía cósmica, augura una expansión en la convivencia humana generando nuevas realidades individuales, colectivas y universales. Se anticipa una transformación significativa a nivel planetario en la que la unión de conciencias individuales despertará una conciencia colectiva, reconociendo la interconexión de toda la humanidad como parte de un organismo gigantesco.
El significado profundo de las profecías Mayas
La precisión con la que los mayas registraban los movimientos celestiales, utilizando observatorios avanzados para su época, no solo les permitió desarrollar calendarios sofisticados sino integrar esta sabiduría en sus construcciones más sagradas.
Un ejemplo emblemático es el templo de Kukulcán, donde los equinoccios se señalan con un espectáculo de luz y sombra que evoca la imagen de una serpiente descendiendo, un testimonio de la fusión entre conocimiento astronómico y espiritualidad.
En el juego de pelota, otro pilar cultural maya, se refleja esta obsesión por el alineamiento celeste particularmente el alineamiento galáctico, que se observaba como un preludio a eventos cíclicos de renovación o destrucción.
Los mayas percibían estos eventos no solo como fenómenos astronómicos sino como momentos de significación espiritual y transformación.
El Códice de Dresde que se creó aproximadamente entre los años 1200 y 1250 d.C., conformado por 39 láminas de papel amate, las cuales han sido pintadas en ambas caras. En su interior, se encuentran representaciones iconográficas, glifos y cifras que se asocian con deidades indígenas y los ciclos celestiales, profetizan un fin del mundo caracterizado por cataclismos naturales, un eco de la preocupación maya por los cambios climáticos y su impacto devastador.
Esta preocupación se ve reflejada en su calendario que comienza y termina en coincidencia con cambios climáticos significativos, sugiriendo una profunda conexión entre sus ciclos temporales y los patrones naturales.
La relevancia de estas profecías y observaciones mayas trasciende su contexto histórico, ofreciendo una perspectiva sobre la interdependencia entre la humanidad y el cosmos.
A través de su avanzado conocimiento astronómico y su sensibilidad hacia los ciclos naturales, los mayas nos invitan a reflexionar sobre nuestra propia era de cambio climático radical, recordándonos la importancia de vivir en armonía con nuestro entorno y reconociendo nuestra participación en un organismo cósmico gigantesco.
Esta visión, arraigada en la sabiduría antigua, resuena hoy más que nunca como un llamado a la conciencia global y la responsabilidad colectiva hacia nuestro planeta y más allá.
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