El Testamento de Salomón, una intrigante obra pseudoepigráfica que se dice fue escrita por el mismo Rey Salomón, ha sido objeto de análisis y debate entre expertos y teólogos durante siglos. Aunque se le atribuye a la autoría de esta figura icónica del Antiguo Testamento, tanto las tradiciones judías como las cristianas no la reconocen como parte de sus escrituras canónicas.
El Testamento de Salomón: Un enigma pseudoepigráfico con orígenes inciertos
Este relato, escrito originalmente en griego, se remonta aproximadamente a los primeros siglos del primer milenio de nuestra era.
En él, se cuenta cómo Salomón consiguió la habilidad de dominar a los demonios y utilizarlos en la construcción de su majestuoso templo en Jerusalén, todo gracias a un anillo mágico que el arcángel Miguel le entregó.
Pese a que el texto se presenta como un relato en primera persona de Salomón, las opiniones de los expertos sobre su verdadera datación son diversas y fluctúan entre el final del primer siglo y el final del cuarto siglo.
La idea de que esta obra detalla eventos contemporáneos a la vida de Salomón ha sido desacreditada por la mayoría de los académicos debido a las contradicciones temporales.
El Testamento de Salomón ha sido objeto de un intenso debate respecto a si su origen es judío o cristiano. A pesar de las diferencias, existe consenso en que el documento incorpora y refleja ampliamente las creencias y costumbres judías del primer siglo en Palestina, e incluso incluye referencias a tradiciones mucho más antiguas.
La identidad del verdadero autor o autores de este texto sigue siendo un misterio. Lo que sí se puede afirmar es que el texto se encuentra impregnado de una mezcla de temas y símbolos que abarcan desde teología cristiana y judaica hasta mitología y astrología griegas.
Esta diversidad de influencias ha llevado a algunos expertos a plantear que su autor podría ser un cristiano educado en la tradición griega.
Ornias, Ephippas y Belzebú: Los demonios bajo el yugo de Salomón en su enigmático Testamento
Entre las figuras más destacadas del texto se encuentran los demonios Ornias, Ephippas y Belzebú, que juegan roles cruciales en la construcción del templo de Salomón.
Ornias, un demonio notorio por succionar la vitalidad de un joven allegado a Salomón, se convierte en la primera criatura que el Rey somete a su voluntad.
Tras orar en su templo, Salomón recibe de manos del arcángel Miguel un anillo con el Sello de Dios, en forma de un pentagrama. El joven, que sufre el acoso de Ornias, utiliza este anillo para estampar el sello en el demonio y ponerlo bajo su control. Al recuperar el anillo, Salomón ordena a Ornias someter al príncipe de los demonios, Belzebú.
Belzebú, uno de los personajes más icónicos en la demonología, revela en el texto que antes de su caída, era el ángel de mayor rango en el Cielo.
Una vez sometido, Salomón lo utiliza para comandar a todos los demonios en la construcción de su templo. En un fascinante pasaje del capítulo 18, se presentan demonios asociados a los 36 decanos astrológicos, los cuales están a cargo de distintas enfermedades y dolencias, y se describen fórmulas mágicas para combatirlos.
Uno de los encuentros más espectaculares narrados en el Testamento es el de Salomón con Ephippas, un demonio del viento que aterroriza la tierra de Arabia.
Salomón envía a un sirviente equipado con su anillo mágico y un odre, con la misión de capturar al demonio en el odre. El sirviente tiene éxito y regresa con Ephippas atrapado. Este demonio del viento desempeña un papel crucial al ayudar a colocar una piedra angular masiva en la entrada del templo.
En un impresionante giro, Ephippas y un demonio del Mar Rojo llamado Abizithibod traen una columna misteriosa desde el Mar Rojo. Abizithibod se revela como un adversario de Moisés, quien afirma haber apoyado a los magos egipcios y endurecido el corazón del faraón.
Remphan, Moloch y las Siete Hermanas: El Declive de Salomón y la Fusión de Tradiciones en su Testamento
En una dramática conclusión del Testamento de Salomón, la obra pseudoepigráfica arroja luz sobre el declive del rey, marcado por decisiones impulsivas y la fusión de diferentes tradiciones y mitologías.
El texto revela cómo Salomón, embriagado por su amor por una mujer sunamita, cede a la tentación y accede a rendir culto a las deidades Remphan y Moloch, en un desliz que le costaría su relación con lo divino.
Aunque inicialmente realiza un sacrificio simbólico, aplastando cinco langostas en su mano, el acto tiene consecuencias nefastas. El espíritu de Dios abandona a Salomón, y su sabiduría e inteligencia se desvanecen, convirtiendo su nombre en objeto de burla entre humanos y demonios.
Salomón, en un tono de arrepentimiento, concluye su relato con una severa advertencia a los lectores, exhortándolos a no dejarse llevar por las pasiones carnales hasta el punto de abandonar sus creencias. Además de estos eventos, el Testamento de Salomón teje elementos de diferentes culturas en su narrativa.
Uno de los temas cristianos más prominentes en el texto es la profecía del demonio Ephippas sobre la venida de un salvador.
Cuando Salomón interroga a Ephippas sobre la pérdida de sus poderes angelicales, el demonio responde que solo será derrotado por un hombre nacido de una virgen, que será crucificado por los judíos. Esta alusión profética a la figura de Jesucristo destaca la integración de elementos cristianos en el texto.
En paralelo, la influencia griega es palpable en el encuentro de Salomón con siete demonios que se identifican como hermanas.
Estas entidades relatan que su morada se encuentra entre las estrellas y el Monte Olimpo y están representadas como las Pléyades, un conocido cúmulo de estrellas de la mitología griega con significado astrológico.
Además, Salomón se encuentra con Obizuth, un demonio femenino descrito como una entidad sin extremidades y con una melena de cabello desordenado. Algunos expertos sugieren que Obizuth puede ser una representación de Medusa o una criatura similar a las gorgonas de la mitología griega.
Entre Formas Cambiantes y Demonios de Variadas Culturas: Enepsigos y Asmodeo en el Testamento de Salomón
Con ayuda de entidades sobrenaturales, emergen figuras intrigantes como Enepsigos y Asmodeo. Estos demonios, junto con otros, ilustran la amalgama de culturas y mitologías que se entretejen en la narrativa.
Enepsigos, uno de los demonios presentados en el texto, se revela ante el rey Salomón como un ser capaz de adoptar tres formas diferentes, incluida la del Titán griego Kronos.
Esta metamorfosis lo relaciona con la mitología griega y su representación como una figura femenina de tres rostros evoca a Hécate, deidad asociada a la magia y la luna en la misma tradición. La conexión astral se extiende también a la esfera lunar, un elemento adicional que vincula a Enepsigos con la astrología y la mitología griega.
Asmodeo, por otro lado, es un demonio célebre en diferentes culturas. En el Testamento de Salomón, es uno de los demonios que el rey subyuga para construir su templo.
Esta narrativa encuentra ecos en el Talmud de Babilonia, donde Salomón esclaviza a Asmodeo, conocido como el Rey de los Demonios. Asmodeo aparece en el Libro de Tobit y está asociado con la lujuria y la seducción. El testamento presenta un mosaico de entidades de diversas procedencias, incluyendo griegas, egipcias, judías, cristianas y árabes.
Uno de los demonios particularmente perturbadores es aquel sin cabeza, mientras que otros, como Abyzou, se relacionan con aspectos oscuros de la sexualidad y se comparan con figuras como Lilith, famosa por su rol en leyendas sobre el estrangulamiento de recién nacidos.
Es notable también el caso del demonio Abezethibou, al que se atribuye el endurecimiento del corazón del faraón, un acto que tradicionalmente se atribuye a Yahvé en textos bíblicos.
El Testamento de Salomón, con su enigmática lista de demonios – incluyendo Ornias, Beelzeboul, Onoskelis, Tephras, las hermanas de las 7 estrellas (relacionadas con las Pléyades), Enepsigos, entre otros – sirve como una ventana a un mundo donde se entrelazan mitos y leyendas de diversas culturas, aportando dimensiones adicionales al rico tapeiz de la demonología y la historia antigua.
El Rey Salomón: Un Dominio Sin Precedentes Sobre los Demonios en las Leyendas Judías
Salomón, un hombre bendecido como ninguno antes, logró someter a los demonios a su voluntad. Con una habilidad otorgada por Dios, transformó la fuerza despiadada de estas entidades en una herramienta que sirvió para el bienestar de la humanidad… leer más»