El Síndrome de Jerusalén es un fenómeno que afecta a turistas en la ciudad santa, manifestándose como trastornos psicóticos o delirios religiosos. Este síndrome se origina en la combinación de factores ambientales y emocionales extremos durante la peregrinación. Los afectados pueden experimentar ansiedad, desorientación y comportamientos obsesivos relacionados con la pureza y la fe. Los centros de salud mental en Jerusalén implementan tratamientos específicos para manejar estos casos y prevenir complicaciones.
Síndrome de Jerusalén: Síntomas, origen e incidencia en turistas
En los corredores médicos existe una frase que, aunque con tono humorístico, describe la delicada línea entre lo sagrado y lo mental: “Si hablas con Dios, estás rezando; si Dios habla contigo, estás loco”.
Esta expresión toma un cariz inquietante cuando se habla del llamado Síndrome de Jerusalén, un fenómeno que afecta cada año a decenas de visitantes de la histórica ciudad.
¿Qué es el Síndrome de Jerusalén?
Este trastorno, descrito por primera vez en 1982 por el doctor Yael Bar-El, se caracteriza por un estado de euforia religiosa que sobreviene tras la visita a la ciudad santa de Jerusalén.
Aunque no se encuentra reconocido en los manuales de salud mental de manera formal como un síndrome único, sí se enmarca dentro de padecimientos de tipo psicótico o delirante que pueden desencadenarse por factores ambientales y emocionales extremos. Mientras algunos lo asocian con una reacción mística ante la sacralidad de la ciudad, otros lo sitúan más cerca de una crisis psiquiátrica alimentada por el fanatismo religioso latente.
Síndrome de Jerusalén: origen e incidencia
En primer lugar, conviene aclarar que el fenómeno no es un producto moderno. Aun en épocas remotas existían registros de peregrinos que, al pisar Tierra Santa, se veían invadidos por un arrebato de piedad que los llevaba a creer que eran profetas o personajes bíblicos.
No obstante, la creciente accesibilidad del turismo internacional durante las últimas décadas, especialmente en fechas de alta relevancia como Navidad o Semana Santa, ha facilitado un incremento constante de casos. Según estimaciones citadas por psiquiatras en Israel, entre 50 y 100 viajeros por año presentan algún tipo de desorientación vinculada al estrés religioso en esta urbe.
Principales síntomas
Quienes desarrollan este síndrome suelen exhibir comportamientos que abarcan desde la ansiedad y la desorientación hasta la obsesión por la pureza o la necesidad imperiosa de vestir túnicas blancas, confeccionadas a menudo con sábanas del hotel.
Asimismo, un síntoma recurrente es la tendencia a recitar pasajes bíblicos a viva voz en lugares de culto, o bien proclamarse mensajeros divinos ante peregrinos y transeúntes. De igual manera, se reporta un olvido temporal del idioma nativo, acompañado de cánticos ininteligibles que los afectados interpretan como lenguas sagradas.
En ciertas ocasiones, incluso se habla de alucinaciones auditivas en las que perciben voces que les ordenan ayunar o emprender largos recorridos de penitencia.
¿Enfermedad mental o experiencia espiritual intensa?
La discusión sobre si el Síndrome de Jerusalén constituye una patología independiente o si se trata únicamente de una exacerbación de trastornos preexistentes continúa vigente.
Diversos expertos apuntan a que estas manifestaciones suelen afectar a individuos con antecedentes de inestabilidad mental o con creencias religiosas particularmente arraigadas. El entorno único de Jerusalén, con su historia y simbolismo, funcionaría como un potente catalizador que potencia la sugestión.
Sin embargo, para los afectados, la experiencia suele vivirse como una revelación auténtica, lo que enturbia todavía más la posibilidad de un diagnóstico certero y un manejo psiquiátrico uniforme.
Adicionalmente, esta condición no solo tiene implicaciones clínicas, sino repercusiones significativas en la dinámica social y turística de la ciudad. Algunos guías profesionales narran episodios impactantes de turistas que abandonan abruptamente los recorridos para rezar en soledad o que irrumpen en iglesias históricas proclamando la inminencia del fin de los tiempos.
En consecuencia, las autoridades locales y los operadores turísticos han aprendido a detectar signos tempranos en los visitantes: si notan un aumento inusual de excitación o cambios marcados en la conducta, suelen sugerir la intervención médica o bien contactar a especialistas antes de que el brote sea más agudo.
Posibles tratamientos y prevención
En la práctica, los centros de salud mental de Israel suelen contar con protocolos específicos para evaluar a visitantes que muestran signos de agitación o delirios místicos. Según la Asociación Estadounidense de Psiquiatría (APA), la terapia cognitivo-conductual y la medicación antipsicótica, cuando se considera apropiada, suelen brindar resultados positivos si se aplican de manera oportuna.
De hecho, los especialistas insisten en que no debe estigmatizarse a quienes lo padecen. Por el contrario, se recomienda proveer atención basada en la empatía, con el fin de ayudarles a restablecer su equilibrio emocional y volver a la realidad cotidiana.
En segundo lugar, los profesionales subrayan la necesidad de que el viajero sea consciente de su estado psicológico antes de emprender un peregrinaje de gran carga simbólica. Es aconsejable viajar en grupos organizados, mantener un ritmo moderado de visitas y, de ser posible, contar con un acompañante que pueda prestar apoyo si surgen episodios de ansiedad o confusión.
Asimismo, se sugiere no omitir la posibilidad de asesorarse con un experto en salud mental en el lugar de residencia, especialmente si se tiene un historial previo de trastornos mentales o estrés crónico.
Finalmente
El Síndrome de Jerusalén representa un fenómeno complejo que fusiona la intensa devoción religiosa, el trasfondo histórico de una ciudad icónica y la susceptibilidad de ciertos individuos. Aunque no siempre se traduce en un trastorno psiquiátrico de larga duración, su manifestación revela la fuerza del simbolismo espiritual y la profundidad de la mente humana.
Por ende, comprender esta experiencia no solo requiere el conocimiento de la ciencia médica, sino también la conciencia de la relevancia histórica y cultural de un lugar que convoca a fieles de diversas confesiones.
Resulta fundamental, por lo tanto, brindar apoyo a quienes atraviesan estos episodios, tanto desde la perspectiva terapéutica como desde la compasión humana. Al fin y al cabo, la fe y la razón no tienen por qué marchar en senderos opuestos, sino confluir en la búsqueda de una comprensión más amplia de la naturaleza humana.
Referencias de interés:
- Asociación Estadounidense de Psiquiatría (APA): www.psychiatry.org
Maestro Ruada – Curiosidades de Jerusalén | Psicología