Origen y desarrollo de la religión

Origen y desarrollo de la religión, InfoMistico.com

El Gran Templo

Luego, en tiempos de Salomón, se construyó un gran templo para ese propósito, y las ofrendas de sacrificios continuaron entre los judíos hasta el año 70 d.C., cuarenta años después de la muerte de Cristo.

No había nada de particular, de bárbaro ni de primitivo en los sacrificios de los animales. En nuestras ciudades, hoy en día, se degüellan miles de animales a diario para el alimento.

En el Antiguo Testamento la matanza de cada animal adquiría un significado religioso, y ese significado sólo llegó a entenderse plenamente con la muerte de Jesucristo en la cruz:

“Todo ello es un símbolo del presente, en que se ofrecen dones y sacrificios incapaces de perfeccionar en su conciencia al que da culto, y sólo son prescripciones carnales que versan sobre comidas y bebidas y sobre abluciones de todo género, impuestas hasta el tiempo de la renovación. En cambio, presentándose Cristo como sumo sacerdote de los bienes futuros, a través de una Tienda mayor y más perfecta, no fabricada por mano de hombre; es decir, no de este mundo. Y penetró en el santuario una vez para siempre, no con sangre de machos cabríos ni de novillos, sino con su propia sangre, consiguiendo una liberación definitiva” (Hebreos 9:9-12).

El desarrollo de la religión

Según la Biblia, la primera religión del hombre era el monoteísmo, la fe en un solo Dios, y el sacrificio de animales indicaba que existía una manera de recibir perdón y de ser así aceptados por Dios. Esto nos ayuda a entender la historia posterior de la religión.

El Antiguo Testamento nos da ejemplos de, cómo una y otra vez, el hombre se inclinaba a cambiar el monoteísmo por el politeísmo, que es el culto a más de un dios.

Labán, sobrino de Abraham, fue un típico politeísta y sabemos que en su época el politeísmo era ya la religión principal en la India y en Mesopotamia. Los libros La Ilíada y La Odisea ilustran un politeísmo muy complejo de los dioses griegos en tiempos de su autor, Homero.

El sacerdocio y la magia

Asimismo hay una constante tentación de convertir la provisión del sacrificio por la gracia de Dios, en un ritual al que se le atribuye valor en sí mismo.

Los brahmanes de la India y los sacerdotes de Egipto y Grecia pretendían que sus sacrificios agradaban a sus dioses y, con ello, podían lograr bendiciones para sus adoradores. Contra esta falsa visión y no contra el sacrificio en sí mismo, es que arremetían los profetas de Israel.

Hay un solo paso del sacerdocio en el politeísmo a la magia y a la religión del hechicero tribal. Es así como se realiza un constante proceso de degeneración de la religión hacia las formas inferiores de politeísmo, hechicería y magia.

Es en este marco de degeneración en el que debemos entender el llamamiento de Abraham a salir de la idolatría y la magia de Ur de los caldeos, ciudad de nacimiento de Abraham, e ir a adorar al único Dios verdadero con una fe simple, basada en la forma de sacrificio exigida por Dios.

Más adelante Moisés debía enseñar al pueblo de Israel, el cual había sido corrompido religiosamente en Egipto, a adorar al único Dios verdadero y ofrecer sacrificio de tal manera que resultara claro que no había propósito de magia.

El mantenimiento de la verdadera religión

La Biblia ilustra el proceso histórico de la degeneración de la religión y el envío de los profetas para restaurar y reformar la verdadera religión.

Después de la muerte de Jesús, Dios proveyó el Pan y el Vino de la Sagrada Comunión para conmemorar el sacrificio de su Hijo. Entre los judíos y en muchas otras naciones cesó la práctica de los sacrificios de animales.

Esto, no obstante, no detuvo la tendencia hacia la degeneración. Tanto en la iglesia cristiana como en religiones como el hinduísmo, los sacerdotes tienen la tendencia a afirmar que mediante su ritual pueden obligar a Dios a otorgar sus favores en esta vida y en la otra.

Conclusión

La palabra religión proviene del latín religio, y está formada por el prefijo re, que indica intensidad, el verbo ligare, que significa ligar o amarrar, y el sufijo ion, que quiere decir acción y efecto. En vista de ello, la palabra religión quiere decir acción y efecto de ligar fuertemente.

Y esta es precisamente como debe ser nuestra actitud personal en cuanto a la religión: atarnos fuerte e indisolublemente a Dios. Con el Dios que conocemos por medio de Jesús y con su Padre, que es también nuestro Padre.

Dios quiere que nuestras relaciones con Él estén impregnadas a la vez por reverencia filial y por un profundo amor. Sin la reverencia, el amor corre el riesgo de degenerar y dejar escapar algo peligroso; sin el amor que nos conduce totalmente con su impulso hacia nuestro Padre, el alma vive en el error y comete injuria al don divino.

El amor de Dios

El amor de Dios es, en sí mismo, inacabable y nos sobrepasa completamente. No puede el espíritu del hombre concebir que el amor de Dios es Dios mismo. Si el amor por la persona de Jesús está en nuestro corazón, nuestra actividad lo hará brotar.

Podremos reencontrar dificultades, estar sometidos a grandes pruebas, sufrir violentas tentaciones, pero si amamos a Cristo Jesús, estas dificultades, pruebas y tentaciones nos encontrarán firmes.

Porque cuando el amor de Cristo nos urge, no queremos más para nosotros mismos, sino para Aquel que nos amó y se entregó por nosotros.

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