Misterios de Abducciones: Evidencia y Teorías

Misterios de Abducciones: Evidencia y Teorías, InfoMistico.com

Amnesia o tiempo perdido

Un aspecto clave es la amnesia o «tiempo perdido», término acuñado en los ochenta por el investigador Budd Hopkins.

Esta amnesia a menudo impide a los afectados recordar los detalles críticos del incidente. Hasta la fecha, la única herramienta efectiva para trascender esta barrera ha sido la regresión hipnótica, que permite a la persona acceder a recuerdos bloqueados por el trauma, emergiendo gradualmente en un estado de profunda relajación.

Es común que quienes han vivido una abducción recuerden cómo empezó todo: quizás con una luz intensa bloqueando su camino en una ruta nocturna, o una estrella que se desploma y se transforma en un objeto volador no identificado en un campo cercano. Pueden experimentar la parálisis de los sistemas eléctricos de su vehículo, un lapso de tiempo inexplicable, entre otros signos reveladores.

Cuando estos detalles llegan a conocimiento de un investigador, quien sugiere y lleva a cabo una sesión de hipnosis, se abre la posibilidad de añadir un nuevo episodio al registro de abducciones. Gracias a la regresión hipnótica, figuras destacadas como los doctores Leo Sprinkle, Berthold Schwarz, y el ingeniero e hipnólogo James Harder, han podido documentar centenares de tales incidentes.

Harder, en particular, analizó 104 casos, con una distribución entre hombres, niños acompañados por adultos, trabajadores de distintos niveles y estudiantes universitarios, sugiriendo un perfil general de alta capacitación o nivel educativo.

Coherencia en los testimonios

Lo que impacta de estos relatos es su cohesión y las similitudes que comparten. John Rimmer, basándose en casos bien fundamentados, logró esbozar un «modelo» de abducción.

Las víctimas, de ambos sexos pero mayormente hombres, son individuos saludables, de mentalidad normal y sin un interés previo por el fenómeno OVNI. Posteriormente, profundizaremos en sus características físicas y psicológicas.

Este «modelo» indica que las abducciones ocurren generalmente de noche, en lugares remotos como carreteras secundarias, afectando significativamente a conductores. La presencia de una luz abrumadora o, en ocasiones, de la nave misma, es seguida por la aparición de seres pequeños y cabezones que, neutralizando la voluntad del testigo, lo conducen a bordo de su «nave».

Dentro de esta, el abducido nota una iluminación homogénea de origen incierto, y una sala de control llena de consolas y asientos de diseños extraños, donde humanoides idénticos a los captores manipulan controles luminosos y otros dispositivos.

La aparición de pantallas

Los abducidos suelen reportar la presencia de pantallas que recuerdan a los monitores de televisión actuales. Pronto, la persona es trasladada a una sala adyacente con una atmósfera similar a la de un quirófano, dotada de paredes blancas y una mesa de operaciones en el centro. En este espacio, el abducido es desvestido y sometido a una serie de procedimientos que se asemejan a un examen médico detallado.

Dichos procedimientos son ejecutados por los humanoides, aunque en varios relatos se menciona la participación de seres que parecen subordinados a otros de mayor estatura y aspecto más humano.

Se emplean distintos instrumentos para realizar pruebas al abducido, incluyendo la extracción de muestras de sangre, semen, cabello y piel. En el caso de las mujeres, se reportan exámenes que recuerdan a los ginecológicos, como la inserción de una aguja larga por el ombligo, técnica que recuerda la narración de Betty Hill en «El Viaje Interrumpido» (1966), anticipando una práctica médica que no se desarrollaría hasta años más tarde.

La implantación de objetos

Además, se menciona la implantación de objetos o dispositivos en lugares como la nuca o bajo el cuero cabelludo del abducido. A pesar de los intentos por hallar estos implantes, son raras las ocasiones en que se ha logrado presentar alguna evidencia concreta.

Un caso particularmente desconcertante fue reportado el 25 de septiembre de 1986 por la revista «Nature», donde miembros del Departamento de Genética del Hospital Wiston Churchill, en Oxford, solicitaron ayuda para identificar un objeto extraño, parecido a un crucigrama, encontrado durante análisis cromosómicos de un paciente.

Este implante sigue siendo un enigma para la comunidad científica, sin una explicación clara hasta la fecha.

William Hermann y las abducciones

William Hermann, ciudadano estadounidense que narra en «UFO Contact from Reticulum» (1981) dice haber sido abducido varias veces por seres pequeños con cabezas desproporcionadamente grandes, describe el espacio donde se realizaban los procedimientos médicos como «cámaras de inculcación».

Este término sugiere que el propósito de las abducciones podría ser implantar instrucciones indetectables incluso bajo hipnosis profunda.

Durante la regresión hipnótica, se ha observado que al abordar estos momentos, el ritmo cardíaco del abducido se dispara, poniendo en riesgo su bienestar, lo cual se verificó en el caso del español Julio F., abducido cerca de Medinaceli (Soria) en 1978. Este aumento en las pulsaciones, señalado por el investigador y psicólogo Germán de Argumosa, aporta credibilidad al fenómeno, descartando la posibilidad de fraude.

Perfil del abducido

El perfil de quienes han experimentado abducciones es notablemente específico: suelen ser jóvenes, saludables, con una inteligencia superior al promedio y sin antecedentes psicopatológicos.

Curiosamente, no hay un requerimiento de un alto nivel cultural, encontrándose entre ellos personas de ocupaciones variadas como agricultores, camioneros, y amas de casa, muchas de las cuales no tenían interés previo ni conocimientos sobre ovnis o abducciones.

Se destaca la ausencia de abducciones entre científicos, militares de alto rango, religiosos o políticos, sugiriendo un interés particular por individuos «químicamente puros», sin precondiciones ni conocimientos que podrían considerarse superfluos para los supuestos abductores.

Casos notables de abducciones

Entre los casos documentados, no se reportan abducciones de figuras públicas o profesionales altamente especializados, lo que apunta a una preferencia por sujetos de perfil más general y potencialmente más influenciable.

Un caso singular, reportado por Ornar Fowler en «Flying Saucer Review» en diciembre de 1983, involucra a un hombre de setenta y siete años invitado a bordo de un «disco volante» por dos humanoides.

Este incidente destaca por la edad del abducido, contrariando la tendencia de seleccionar a individuos jóvenes, lo que podría indicar una excepción a la regla o una exploración de nuevas posibilidades por parte de los visitantes…