Un erudito engreído se encuentra con un maestro Zen que le muestra la importancia de vaciar su taza para poder llenarla de nuevo. Descubre cómo esta experiencia lo lleva a un camino de humildad y aprendizaje continuo, donde cada persona se convierte en un maestro potencial.
La Taza Vacía: Un símbolo de humildad y apertura al conocimiento
Después de escuchar las palabras del maestro Zen, el erudito se sintió abrumado y avergonzado. Durante años, había estado orgulloso de sus logros y se había enorgullecido de ser un depósito de conocimientos. Pero nunca antes había considerado que su taza pudiera estar demasiado llena para recibir más.
Al ver su desazón, el maestro le ofreció una toalla para que se limpiara. “Tener conocimiento no es un defecto”, comenzó el maestro con voz calmada. “El defecto está en no dejar espacio para el aprendizaje y la humildad.”
El erudito pasó varios meses en el monasterio, aprendiendo no solo las enseñanzas del Zen, sino también la importancia de escuchar y de mantener la mente abierta. Descubrió que cada persona, sin importar su estatus o educación, tenía algo que enseñarle.
Con el tiempo, comenzó a ayudar en las labores diarias del monasterio, desde barrer el suelo hasta ayudar en la cocina. Un día, mientras lavaba los platos, uno de los monjes más jóvenes se acercó tímidamente.
“Maestro”, comenzó el joven, “he oído hablar de sus logros académicos y me gustaría aprender de usted”.
El erudito sonrió y colocó una taza vacía delante del joven. “Estoy dispuesto a compartir lo que sé”, dijo, “pero primero, dime qué ves en esta taza”.
El joven monje sonrió y dijo: “Veo una taza vacía, lista para ser llenada”.
Con una sonrisa, el erudito respondió: “Así es como debemos acercarnos al aprendizaje. Siempre dispuestos y abiertos a nuevas experiencias. Asegúrate de que tu taza nunca esté demasiado llena para recibir”.
Y con ese acto de humildad, el erudito, que una vez se enorgulleció de su vasto conocimiento, se convirtió en un verdadero maestro, dejando un legado de sabiduría y humildad en el monasterio Zen y en todos aquellos con quienes cruzó caminos.
El legado del erudito se extiende más allá de sus logros académicos, dejando una huella de humildad y sabiduría en el monasterio Zen. Su historia nos invita a reflexionar sobre nuestra propia actitud hacia el aprendizaje y a mantener siempre nuestra taza vacía, lista para ser llenada con nuevas experiencias y conocimientos.