Aunque haya muchos creyentes, la nuestra no es una ciencia exacta, pero según la mitología de Europa del Norte, y ciertas doctrinas cabalísticas, los gnomos son enanos fantásticos o elementales de la Tierra, en cuyas entrañas moran, trabajando en minas, custodiando tesoros subterráneos y cuidando de los metales y piedras preciosas.
Duendes — Los guardianes de los jardines
Y brindando protección y bondad a quien lo necesite parándose en el frente de los hogares que los convoquen. Los gnomos forman un pueblo sobrenatural de seres muy pequeños e invisibles, dotados de singular astucia. Son unos seres fantásticos que aparecen en cuentos, dibujos animados, etc.
Y una curiosidad: ellos suelen representarse en cerámica en los jardines de algunas casas, lo que pocos saben es que en el país que está más extendida esta costumbre es en los Estados Unidos.
La palabra gnomo
De dónde viene la palabra gnomo no es está del todo claro. Para algunos proviene de la palabra griega gnosein, que significa «conocer». Para otros, derivaría del latín genomós.
De todos modos, el nombre resultante se empleó probablemente referido a una raza de gente menuda que se encuentra en las más remotas regiones del hemisferio Norte y singularmente en los Montes Cárpatos (Europa Oriental).
Estos seres, hace ya muchos siglos, solían minar las canteras rocosas de las montañas y de ahí que la leyenda popular pudiera decir de ellas que en realidad habitaban en las entrañas de la tierra más bien que a la manera de los enanos.
Relación entre los gnomos y la riqueza
También se dice que estaban íntimamente relacionados con los lugares donde hay metales y piedras preciosas, por eso la buena relación que existe entre los gnomos, la riqueza y la permanente ayuda al necesitado.
Sin embargo, los estudiosos del tema se inclinan a pensar que la teoría más creíble sobre la palabra gnomo viene del idioma inglés a través de los escritos del científico Paracelso, el gran alquimista suizo del siglo XVI.
A Paracelso se le ha considerado diversamente como un sabio, un mago y un pícaro, pero evidentemente al hombre no le cabría duda sobre la calidad de sus facultades, teniéndose a sí mismo como un genio.
Uno de sus libros expone la teoría de la existencia de cuatro seres espirituales: los silfos del aire, las salamandras del fuego, las ninfas del agua y los pigmeos de la tierra.
Como escribía en latín, también denominaba a los pigmeos como «gnomus». Los «gnomos» de Paracelso podían desplazarse libremente por la tierra como los peces por el agua o los pájaros por el aire.
Guardianes de casas que espantan malos espíritus
Sin embargo, se desconoce si él mismo creó la palabra gnomo o sencillamente la tomó de los escritos de un autor anterior. Lo cierto es que ahí está la explicación de por qué se los coloca en los jardines: guardianes de la casa que espantan a los malos espíritus que se acercan.
Llegan a nuestros días relatos que nos dicen que los gnomos poseían el conocimiento previo a la ciencia, conocían los secretos de la Tierra y eran el alma de ésta. Los cabalistas aseguraban que el aire, la tierra, el agua y el fuego se agitaban merced a los seres invisibles que animaban estos elementos.
Según los cabalistas
El dios hebreo Yahvé asignó el imperio del fuego a la salamandra, el del aire a los silfos, el del agua a las ondinas y el de la tierra, no en la superficie sino en el interior a los gnomos.
Estos moraban en las figuras metálicas del globo, en el interior de las grutas, llenas de estalactitas de maravilloso efecto. Eran guardianes de las minas de oro y plata.
Los gnomos
Aunque no pertenecen propiamente a la mitología griega sino a la fe, recuerdan a los telquines y a los cabiros, genios etéreos que representan el trabajo en los metales adorados por los griegos en localidades de naturaleza volcánica.
Sin embargo, los mitólogos nada han dicho hasta ahora que indique alguna relación entre esos personajes míticos de Grecia y los gnomos.
Estos se repartieron con la filosofía pitagórica por todo el globo y aunque sufrieron varias modificaciones, según se fueron acomodando a las distintas culturas de los pueblos, siempre conservaron el carácter de dueños del imperio de la tierra y de guardianes de sus minas.
La estatura de estos pequeños genios iba en progresión descendente hasta la más diminuta.
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