Un cielo poblado de estrellas, privilegio de una minoría en este mundo donde la contaminación luminosa agobia a las ciudades, como un velo que nos impide ver la grandeza del universo.
¿Dónde se ven mejor las estrellas?
Al margen de los motivos románticos o de la astronomía, deberíamos preocuparnos por esta ausencia de luces en la negra cúpula que cubre las noches. El equilibrio de la naturaleza y nuestra salud dependen de ello.
En poco más de un siglo, desde la invención de la primera bombilla eléctrica, la luz artificial se ha expandido a casi todas las regiones del planeta.
Una imagen nocturna de la Tierra reserva pocos sitios apagados: el norte de Canadá, una parte de la Amazonía, el interior del África Subsahariana, la Siberia rusa, el oeste de China… Apenas quedan lugares habitados y accesibles donde la contemplación de las constelaciones sea tan espectacular como antaño.
Destinos estelares
La Fundación Starlight y la Asociación Internacional Dark-Sky se han empeñado desde hace algún tiempo en promover el rescate de los cielos estrellados.
La primera, con sede en Islas Canarias, en colaboración con la Unesco, ha creado un sistema de certificación de Reservas Starlight para reconocer sitios comprometidos con mantener las condiciones ideales para la observación nocturna.
En algunos casos coinciden con reservas de la biosfera y parques naturales ya establecidos. Hasta marzo pasado solo seis regiones habían recibido esta clasificación:
- La Palma (España)
- Montsec (España)
- Parque Nacional Fray Jorge (Chile)
- La Cumbre de Tenerife (España), la Sierra Morena (España)
- La Comarca de la Sierra Sur (España).
Destino Turístico Starlight
Además, esa fundación española otorga una acreditación como Destino Turístico Starlight a lugares que dispongan también de la infraestructura de alojamiento, servicios e información astronómica necesarios para ofrecer estancias centradas en la admiración de la noche.
De acuerdo con lo más recientes datos publicados en su Web, varias regiones de la Península Ibérica y las Canarias exhiben ese reconocimiento, entre ellas Alqueva (Portugal), Granadilla de Abona (Tenerife) y la Reserva de la Biosfera Valles del Leza (La Rioja).
Por su parte, la Asociación Dark-Sky ha incluido ocho sitios en su certificación internacional de reservas Dark Sky. Ese grupo se divide en Oro, Plata y Bronce, según la calidad del cielo nocturno.
En la más alta categoría los observadores pueden apreciar fácilmente fenómenos como la aurora, la luminiscencia atmosférica, la Vía Láctea, la luz zodiacal y la caída de meteoros (estrellas fugaces).
Los interesados en explorar los cielos como hacían nuestros antepasados siglos atrás pueden viajar:
- Mont Mégantic (Canadá)
- El Parque Nacional Exmoor (Reino Unido)
- Aoraki Mackenzie (Nueva Zelanda)
- La Reserva Natural NamibRand (Namibia)
- El Parque Nacional Brecon Beacons (Reino Unido)
- El Pic du Midi (Francia)
- La reserva internacional Kerry (Irlanda)
- Y esthavelland (Alemania)
La luz que contamina
No solo los gases de efecto invernadero amenazan la naturaleza del planeta. El exceso de luces en los asentamientos humanos y las infraestructuras que los conectan también perjudican a no pocas especies de animales y a las personas que viven bajo ese eterno día.
La luz artificial mal diseñada permite el escape de luminosidad hacia el cielo y reduce la oscuridad de las noches. En consecuencia, pájaros, insectos, anfibios y mamíferos, como algunos murciélagos y roedores, cambian sus hábitos reproductivos y de alimentación.
Además, la ausencia de sombras incrementa la vulnerabilidad varios de ellos frente a sus depredadores naturales.
El ser humano también necesita el descanso de la noche para mantener los ciclos naturales de su cuerpo. Dormir en habitaciones iluminadas puede causar estrés, dolores de cabeza, fatiga y otros padecimientos relacionados con la falta de sueño.
Además, el derroche de iluminación se traduce en un malgasto energético. Se estima que la luz mal utilizada representa la cuarta parte del consumo eléctrico mundial.
Información y referencia de Astronomía