Debemos saber, entender y grabar en nuestros corazones que todo lo que sucede (absolutamente todo), no sólo lo que le sucede a la gente, sino también todo lo que sucede a los objetos inertes, es resultado de la Voluntad de Dios. Cada suceso que ocurre en el mundo tiene lugar porque Dios hace que así sea.
Dios siempre tiene el Plan Maestro para nosotros
Y no sólo eso, sino que todo lo que acontece (que es por medio de Dios) es única y exclusivamente para nuestro bien, sin lugar a dudas.
El conocimiento de estos conceptos nos conduce directamente a la alegría. La persona que tiene conciencia de que todo lo que le sucede está controlado por Dios, y además es para nuestro beneficio, no cabe duda de que será feliz a cada instante de su vida.
Si creemos que Dios es responsable de todo lo que sucede, y creemos que Dios es bueno, entonces naturalmente todo lo que ocurre es bueno.
En efecto, las acciones hablan más fuerte que las palabras. Entonces, al estar triste, la persona está negando la unicidad y la bondad de Dios, ya que está manifestando y demostrando el hecho de que no todo lo que pasa en el mundo está controlado y dirigido por Dios.
Esto se compara a una persona ignorante que entra a la sala de operaciones de un hospital y ve a un hombre que corta con un cuchillo la piel de una persona amarrada a la cama.
Seguramente pensará que es un asesino
Y si le dijeran que ese hombre acostado pagó mucho dinero para que le hicieran eso, con seguridad se sorprendería más.
El problema es que ese hombre no sabe que esa operación es para el bien del hombre amarrado y salvar su vida. Únicamente ve lo superficial y no analiza la profundidad de la situación.
Eso mismo nos pasa a nosotros: no conocemos los Planes Maestros de Dios. Él sabe perfectamente qué es lo mejor para nosotros. Él sabe qué sí y qué no debemos recibir para ser felices en esta vida.
Cuando vivamos con esta ideología, puedo asegurar que viviremos felices toda la vida, ¡pase lo que pase!