El mes de diciembre es un mes muy “mariano”, centrado en la espera del Nacimiento, pero viviendo cerca de la Virgen María y de san José, que caminan de Nazaret a Belén.
Diciembre y la fiesta de la Inmaculada Concepción
Es el final del embarazo de la Virgen que viaja a Belén para empadronarse, cumpliendo la ley de Roma, y al mismo tiempo la ley de Dios, que dice que el Hijo nacerá en Belén de Judá.
Esto se recoge de tradiciones muy antiguas. Así, en el rito bizantino la Navidad se prepara (Adviento) con fiestas y cantos marianos (Cfr. Directorio sobre la Piedad Popular y la Liturgia, n. 101, promulgado el año 2002).
Hay una fecha mariana central en diciembre que es la fiesta de la Inmaculada Concepción, el día 8 de ese mes, sin duda la fiesta más popular dedicada a la Virgen.
En América Latina también se celebra la Virgen de Guadalupe (el 12 de diciembre), con lo que se destaca el carácter mariano del Adviento y del mes de diciembre.
Mes de María
Esto no quiere decir, afirma el Directorio sobre la Piedad Popular (n. 101) que diciembre sea un “mes de María” que culmina con la Navidad, aunque sí que es un mes “mariano”, de espera del nacimiento de Jesús.
Si bien el dogma de la Inmaculada Concepción es relativamente reciente (lo proclamó el papa Pío IX el año 1854) desde la antigüedad los cristianos celebraban ya esta fiesta, que conmemora que la Virgen María nació sin la mancha (Inmaculada) de pecado original.
Desde el Concilio de Éfeso que proclamó el dogma de la Maternidad Divina de María (año 431), muchos teólogos consideraban a la Virgen como Inmaculada.
La novena a la Inmaculada
El Directorio sobre la Piedad Popular arriba mencionado afirma (n. 102) que “la solemnidad de la Inmaculada (8 de Diciembre), profundamente sentida por los fieles, da lugar a muchas manifestaciones de piedad popular, cuya expresión principal es la Novena de la Inmaculada”, que comienza el 30 de noviembre.
Y añade: en la fiesta de Nuestra Señora de Guadalupe (12 de Diciembre), que aumenta la disposición para recibir al Salvador, María aparece “unida íntimamente al nacimiento de la Iglesia en América, y fue la Estrella radiante que iluminó el anuncio de Cristo Salvador a los hijos de estos pueblos”.
¡Cuántos templos hay dedicados a la Inmaculada Concepción en todo el mundo!
Y ¡cómo los pintores clásicos se inspiraron con bellísimas imágenes, como las de Murillo y Velázquez, en la Virgen Inmaculada! La pintaron con una belleza extraordinaria, la que era Tota Pulchra. Hay una imaginería también impresionante en todas las épocas.
En España se celebraba la fiesta de la Inmaculada ya desde la época de los Reyes Visigodos, cuando el rey Wamba, en el XI Concilio de Toledo (año 653), decretó festivo el día de la Inmaculada Concepción.
Los reyes de España han sido grandes defensores del dogma de la Inmaculada Concepción, y como reconocimiento, se erigió en Roma el monumento o columna a la Inmaculada, junto a la Piazza di Spagna, delante de la Embajada española ante la Santa Sede. Y desde España esta devoción pasó más allá de los mares.
Quienes más fomentaron la devoción a la Inmaculada Concepción fueron los frailes franciscanos, y de entre ellos destacó la figura del beato Juan Duns Scoto, teólogo escocés que vivió en el siglo XIII (trece).
Se le considera como el teólogo que preparó las bases teológicas para proclamar el dogma de la Inmaculada Concepción, con siete siglos de antelación.
El día de la Inmaculada
Es fiesta nacional en diez países: Colombia, Argentina, Chile, Nicaragua, Panamá, Paraguay, Perú, y también en España, Portugal y Filipinas. Además, es patrona de los Estados Unidos, Corea del Sur y Japón.
En México se celebra el 12 de diciembre la fiesta de Nuestra Señora de Guadalupe, lo mismo que en otros países americanos. En cada uno de estos países se vive la devoción a la Inmaculada con celebraciones populares diversas.
¿Cómo se hace la Novena a la Inmaculada?
Eso ya depende de las tradiciones que existen en diversos países, ciudades o templos. Hay procesiones públicas, actos de culto en las catedrales y santuarios de la Virgen, rosarios con antorchas,…
Si por diversos motivos no se pudiera asistir a ningún acto público, la novena a la Inmaculada se puede hacer en familia o cada uno en particular, ya sea siguiendo algún devocionario, o también rezando alguna oración mariana cada día, contemplando un pasaje evangélico como los dos primeros capítulos del Evangelio de San Lucas, recomendado por el Directorio sobre la Piedad Popular.