Desastres como derrumbes, huracanes, terremotos, accidentes de transporte, inundaciones, incendios forestales suelen ser inesperados, repentinos y abrumadores. Para muchas personas, no hay signos visibles de lesiones físicas, pero puede haber un costo emocional muy importante.
Los desastres naturales y su impacto en nuestra vida
Es común que las personas que han experimentado una catástrofe tengan fuertes reacciones emocionales. Comprender esas respuestas o comportamientos asociados a los eventos trágicos puede ayudar a desafiar nuestras emociones, pensamientos y conductas de manera más efectiva, y permitir que nos recuperemos más pronto y consigamos el equilibrio con que contábamos antes del hecho calamitoso.
Después del desastre, las personas con frecuencia dicen sentirse atolondradas, desorientadas o incapaces de integrar toda la información angustiosa que les ha caído de sopetón. Una vez que estas reacciones iniciales disminuyen, se puede experimentar una gran variedad de pensamientos, emociones y comportamientos. Las respuestas más comunes suelen ser:
- Aparición de emociones intensas o impredecibles. Podemos estar ansiosos, sobresaltados, abrumados o afligidos. También podemos experimentar más irritabilidad o más malhumor de lo acostumbrado.
- Cambios en los pensamientos y patrones de comportamiento. Es posible que nos aparezcan recuerdos repetitivos y muy vívidos (claros) del evento. Estas memorias se nos pueden disparar sin ninguna razón aparente y generar reacciones físicas tales como latidos cardíacos rápidos o sudoración.
- Nos puede ser muy difícil concentrarnos o tomar decisiones importantes. Los patrones de sueño y alimentación también se suelen alterar: algunas personas comen en exceso y se quedan dormidas con facilidad, mientras que otras experimentan una pérdida de sueño y de apetito.
- Sensibilidad a los factores ambientales. Las sirenas, los ruidos fuertes, los olores fuertes, el sonido del paso de agua a través de un grifo y otras sensaciones ambientales diversas pueden estimular recuerdos del desastre que nos crean una mayor ansiedad. Estos “desencadenantes” pueden ir acompañados de temores de que el evento estresante se repita y tenga consecuencias fatales para nosotros o nuestra familia.
- Relaciones interpersonales tensas. Puede haber mayores conflictos con nuestros allegados, y desacuerdos más frecuentes con los miembros de la familia y los compañeros de trabajo. En algunos casos nos aislamos de los otros, estamos retraídos y desconectados de las actividades sociales.
- Síntomas físicos relacionados con el estrés. Dolores de cabeza, náuseas y dolor en el pecho, gastritis, episodios de diarrea es posible que ocurran y pueden requerir atención médica. Las enfermedades médicas preexistentes en algunos casos empeoran por el estrés relacionado con el desastre.
La mejor manera de hacerle frente a los desastres naturales
Afortunadamente, la investigación muestra que la mayoría de las personas son resistentes y con el tiempo pueden recuperarse de la tragedia. Es común que experimenten estrés inmediatamente, pero en pocos meses la mayoría puede continuar funcionando como lo hicieron antes del desastre.
Es importante recordar que la resiliencia y la recuperación son la norma, lo que no es normal es tener una angustia prolongada en el tiempo. Y si esto último ocurre, es fundamental buscar ayuda profesional.
La resiliencia
Es el proceso de adaptarse bien frente a la adversidad, el trauma, la tragedia, las amenazas o fuentes importantes de estrés, como problemas familiares y de relación, problemas de salud graves o factores de estrés en el lugar de trabajo y financieros. Significa “rebotar” y salir airoso de las experiencias difíciles.
Ser resiliente no significa que una persona no experimente dificultad o angustia. El dolor emocional y la tristeza son comunes en personas que han sufrido grandes adversidades o traumas en sus vidas. De hecho, es probable que el camino hacia esta implique una angustia emocional considerable.
La resiliencia tampoco es un rasgo que la gente tenga o no tenga. Implica conductas, pensamientos y acciones que se pueden aprender y desarrollar en cualquier persona. Existen una serie de medidas que se pueden tomar para desarrollar el bienestar emocional y obtener una sensación de control después de un desastre, incluidas las siguientes:
- Date tiempo para adaptarte. Anticipa que este será un momento difícil en tu vida. Permítete llorar las pérdidas que has experimentado e intenta ser paciente con los cambios en tu estado emocional.
- Solicita el apoyo de las personas que se preocupan por ti y que te escucharán y sentirán empatía con tu situación. No te aísles, por favor. El apoyo social es un componente clave para la recuperación de desastres. La familia y los amigos pueden ser un recurso importante. Puedes encontrar apoyo y puntos en común en aquellas personas que también han sobrevivido al desastre. También es posible que desees comunicarte con otra gente que no esté involucrada y que puedan brindarte un mayor apoyo y objetividad para manejar las cosas.
- Comunica tu experiencia. Expresa lo que sientes de cualquier manera que te sea más cómoda, como hablar con familiares o amigos cercanos, llevar un diario o participar en una actividad creativa (p. ej., dibujar, modelar arcilla, etc.).
- Encuentra un grupo de apoyo local dirigido por profesionales debidamente capacitados y con experiencia. Los grupos de apoyo están frecuentemente disponibles para los sobrevivientes. La discusión grupal puede ayudar a darte cuenta que no estás solo en todas tus reacciones y emociones. Las reuniones de grupos de apoyo pueden ser especialmente útiles para las personas con sistemas limitados de apoyo personal.
- Participa en comportamientos saludables para mejorar tu capacidad de lidiar con el estrés excesivo. Come comidas bien balanceadas y descansa lo suficiente. Si experimentas dificultades continuas con el sueño, es posible que puedas encontrar algún alivio a través de técnicas de relajación. Evita el alcohol y las drogas porque pueden ser una distracción adormecedora que podría disminuir, así como retrasar el afrontamiento activo y avanzar para superar los estragos dejados por el desastre.
- Establece o restablece rutinas. Esto puede incluir comer comidas a horas regulares, dormir y despertarse en un ciclo regular o seguir un programa de ejercicios. Desarrolla algunas rutinas positivas para tener algo que esperar durante estos momentos angustiosos, como seguir un pasatiempo, caminar por un parque o vecindario atractivo o leer un buen libro.
- Evita tomar decisiones importantes sobre tu vida. Cambiar de carrera o de trabajo y otras decisiones importantes tienden a ser muy estresantes por sí mismas y aún más difíciles de asumir cuando te estás recuperando de un desastre.
- Céntrate en las experiencias pasadas y las fuentes de fortaleza personal. Esto puede ayudarte a aprender sobre qué estrategias para aumentar la resiliencia podrían funcionar para ti en concreto.
Dra. Iris Luna
Médico Psiquiatra – Máster en Nutrición