Es literalmente una cuestión de vida o muerte. Y una de las más difíciles de resolver tanto a nivel individual como social. La eutanasia y el suicidio asistidos, aunque legales en un puñado de países del mundo, son uno de los temas más debatidos en el mundo moderno, particularmente en los países donde enfermedades o carencias anteriormente mortales dejaron de serlo.
La eutanasia ¿Deberías tener el derecho de morir? Uno de los dilemas más complejos
En Latinoamérica, el único país en el que la eutanasia -no el suicidio asistido- es legal es Colombia, y las limitaciones a la práctica ilustran el cuidado con que se trata el tema.
La eutanasia no es una posibilidad para menores de edad ni para personas que sufran una enfermedad degenerativa. Para poder «morir dignamente» en Colombia, debes ser mayor de edad y el médico debe declararte enfermo terminal.
Además, tienes que estar consciente o haber estipulado tus deseos de forma verificable antes de perder el sentido. Y quien se encargará de tu muerte será un médico.
Eutanasia vs suicidio asistido
Pero hay otra forma de morir a la que han recurrido muchos ante la dificultad de conseguir lo que quieren en la mayor parte del mundo: el suicidio asistido.
A diferencia de la eutanasia, en la que es otra persona la que se ocupa, el enfermo terminal adulto que desea dejar de vivir es el responsable de tomarse la medicación para morir, con la ayuda de otros.
Exploremos los argumentos que alimentan este tenso dilema moral. Luego queremos que nos cuentes en nuestra página de Facebook si piensas que el suicidio asistido es moralmente justificable. Argumentos clave:
Libre albedrío
Hay quienes piensan que, como seres autónomos, deberíamos tener el derecho a tomar las decisiones concernientes a nuestra vida, incluyendo cómo y cuándo terminarla.
Activistas del «Derecho a morir» como Debby Purdy y Tony Nicklinson alegan que prohibir el suicidio asistido no sólo desestima nuestra autonomía sino que discrimina a los discapacitados.
Esto es porque mientras que una persona plenamente capacitada que quiera terminar con su vida puede hacerlo, a la gente con movilidad reducida que quiere morir y requiere ayuda se le niega esa opción.
Contraargumento: Si se le concede esa libertad a los pocos que la quieren, las personas vulnerables quedan en riesgo de coerción.
Compasión
Las enfermedades terminales no sólo afectan el cuerpo. La indignidad causada por el deterioro de las funciones normales de nuestro cuerpo puede tener dolorosas consecuencias psicológicas.
Algunos creen que es inmoral forzar a los enfermos terminales a seguir viviendo si desean morir. Dicen que si el paciente piensa que el dolor y el sufrimiento es mayor que el valor de su vida, el curso de acción más ético es la compasión, es decir, la asistencia para que mueran en paz.
Contraargumento: otros argumentan que cuidar de los mortalmente enfermos durante sus años finales es mucho más compasivo.
Control
Los doctores pueden administrar tratamientos para aliviar el sufrimiento, incluso sabiendo que éste tendrá el efecto secundario de acelerar la muerte.
Hay quienes argumentan que no hay ninguna diferencia moral entre eso y asistir intencionalmente a quien desea morir, y que legalizar el suicidio asistido ayudaría a controlar una práctica que opera sin salvaguardas.
Legalizar el suicidio asistido le daría a los pacientes el control del momento y naturaleza de sus muertes.
Contraargumento: es imposible regular lo que hacen los doctores en esos casos, incluso con salvaguardas, y legalizarlo podría facilitarle las cosas a los médicos con malas intenciones.
El valor de la vida
En muchas tradiciones religiosas, la vida es considerada un regalo de Dios y no se puede acabar a propósito. Líderes religiosos, particularmente en el judaísmo, cristianismo e islamismo a menudo promueven el cuidado paliativo en lugar del suicidio asistido.
Contraargumento: La opinión varía entre las comunidades religiosas. Por ejemplo, a diferencia de Justin Welby, el actual arzobispo de Cantenbury y líder de la Iglesia anglicana, su predecesor George Carey describe el suicidio asistido como algo «profundamente cristiano y moral».
Los seres queridos
«Verlo planear sus propia muerte mientras yo todavía quería tenerlo por más tiempo era sobrecogedoramente traumático. Él tenía derecho pero ¿cuánto de su vida era mía? (…) Yo habría preferido que no se fuera: hay algo hermoso en cuidar a alguien que está muriendo.
Yo amaba a Simón, me hubiera gustado atenderlo y atesorarlo hasta el final» – Debbie Binner, cuyo esposo Simón fue a Suiza a tener un suicidio asistido en 2015. ¿Cuánto peso debemos darle a los derechos de nuestros seres queridos en este debate?
Las decisiones de los enfermos terminales afectan a otros, entonces, ¿no tienen la responsabilidad de comportarse de manera que maximicen en lo posible la felicidad de los demás?
Además aunque alguien apoye a su amigo o miembro de la familia para en un suicidio asistido, no es posible anticipar cómo se sentirán después de que suceda.
Contraargumento: Se puede argumentar que el deseo de ponerle fin al dolor y sufrimiento insoportable pesa más que los sentimientos de nuestros seres queridos.
Peligroso precedente
El suicidio asistido puede poner en riesgo a personas vulnerables: pueden coaccionarlas o pueden sentir que deben hacerlo, para no ser un peso para los demás.
Tenemos la responsabilidad de proteger a los vulnerables en la sociedad, por ende, debemos sacrificar el deseo individual de suicidio asistido. También preocupa lo que pase después: legalizar el suicidio asistido puede abrirle la puerta a la eutanasia para los enfermos terminales.
Contraargumento: La investigación hecha en Oregón, Estados Unidos en el que el suicidio asistido es legal, indican que no hay evidencia de nada de esto suceda.
¿Tú que opinas? ¿Piensas que el suicidio asistido es moralmente justificable?
Relacionado
Vía » BBC Mundo