Las acciones que cometemos contra los más indefensos revelan mucho más que simples actos de crueldad. Al adentrarnos en la mente de un maltratador de animales, descubrimos un patrón de comportamiento que a menudo tiene sus raíces en la infancia y puede proyectarse con violencia hacia las personas.
El sombrío retrato psicológico de un maltratador animal
Por increíble que parezca, las palabras del poeta romano Ovidio, que aseveraba que “la crueldad hacia los animales enseña la crueldad hacia los humanos”, resuenan con la misma intensidad dos milenios después.
Los titulares de noticias se llenan, cada vez más, de escalofriantes relatos sobre animales quemados, cegados, ahorcados, enterrados vivos, mutilados o incluso pintados para satisfacer un extraño entretenimiento o aliviar el aburrimiento.
Pero estos actos de salvajismo esconden una realidad perturbadora: los perpetradores suelen ser individuos psicológica y socialmente vulnerables que buscan demostrar su fortaleza y coraje a través de estas horribles acciones. Con frecuencia, son personas conscientes de sus propias limitaciones sociales, intelectuales o culturales.
Al torturar a una criatura más débil, experimentan, al menos por un instante, la sensación de ser poderosos o, mejor dicho, de no ser totalmente impotentes. Encontrar a alguien más frágil es un mecanismo que utilizan para evitar sentirse en la posición más baja de la cadena social.
A menudo, el origen del problema se halla en los primeros años de vida. Se estima que cerca del 30% de los actos de violencia contra los animales son cometidos por menores, generalmente en grupo. De estos, el 94% son hombres y el 4% tienen menos de 12 años.
Las Estadísticas Alarmantes del Maltrato Animal
Los individuos con antecedentes de maltrato animal tienen cinco veces más probabilidades de cometer violencia doméstica. Asimismo, es alarmante que aproximadamente el 20% de estos casos ocurra en el entorno familiar.
La familia es el lugar principal donde el ser humano se desarrolla, donde aprende conductas, emociones, sentimientos y adquiere los rasgos que caracterizarán su personalidad. Cuando el abuso se normaliza dentro del hogar, es altamente probable que el niño emule esa actitud.
Mireia Leal Molina, psicóloga destacada, sostiene:
«Las razones por las que un niño puede llegar a maltratar a un animal son diversas: puede ser por falta de empatía, por haber sido víctima de abusos, maltratos o abandono; por carecer de una educación adecuada que les enseñe a reconocer a los animales como seres vivos, aunque diferentes; o, finalmente, por imitar actos violentos cometidos por los padres, incluso como forma de castigo al propio niño”.
La interacción con seres diferentes juega un papel clave en el desarrollo psicológico humano. La educación en el respeto a los animales es fundamental para la formación de conceptos como la empatía, el altruismo y la aceptación.
De la Crueldad Animal a la Violencia Personal: Un Vínculo Inquietante
Numerosas investigaciones han demostrado que quienes son capaces de cometer actos de crueldad hacia los animales, son susceptibles de ejercer violencia contra los seres humanos, en especial contra los más vulnerables.
En 2002, los científicos Gleyzer, Felthous y Holzer descubrieron una relación entre el trastorno antisocial de la personalidad y antecedentes de crueldad hacia los animales.
Un estudio que incluyó a 96 adultos acusados de delitos demostró que la mitad había perpetrado actos de violencia severa contra animales. De hecho, el ex agente del FBI, Robert K. Ressler, llegó a afirmar que «los asesinos a menudo son niños que nunca aprendieron que está mal sacarle los ojos a un cachorro».
La Dra. Leal subraya:
«No todo individuo que haya maltratado animales será un maltratador de humanos. Sin embargo, casi todos los individuos que son maltratadores de humanos han tenido episodios de abusos hacia los animales en la infancia, por tanto es un buen predictor de los trastornos de conducta futuros».
Del Enmendamiento al Penal: Un Análisis Profundo de la Legislación Vigente
En muchos casos, el trastorno de conducta puede corregirse, pero una vez que evoluciona a un trastorno antisocial de la personalidad, el camino se vuelve mucho más difícil y usualmente solo queda la represión.
En España, el artículo 337 del Código Penal sanciona con hasta 18 meses de prisión el maltrato a un animal que le cause la muerte o lesiones graves, la explotación sexual y el abandono. Sin embargo, la entrada en prisión por maltrato a un animal es una excepción más que una norma.
La educación sobre el respeto a la vida y a la crueldad hacia los animales es esencial para superar el especismo, esa discriminación contra seres que no pertenecen a una o más especies determinadas.
Esta tarea requiere una implicación tanto de las familias como del ámbito escolar, donde la crueldad hacia los animales debe ser considerada equiparable a la crueldad hacia las personas, no como una simple transgresión a la propiedad o las normas.
Este artículo fue elaborado a partir de valiosas contribuciones de Alberto Barbieri, publicadas originalmente en el Diario La Vanguardia, con el objetivo de sensibilizar a la población acerca de la problemática del maltrato animal.