La uña es una estructura convexa de la piel localizada en las regiones distales de los dedos. Si analizamos que nosotros como humanos somos animales biológicos, claramente también contamos con dichas uñas con la misma finalidad que contaría con ellas una animal.
Las uñas
Las uñas de los animales pueden tener diversas formas, alargadas y afiladas, como en las garras de algunos reptiles, aves y mamíferos, o muy desarrolladas, cubriendo los dedos sobre los que se apoyan al caminar, como las pezuñas de los ungulados como los ciervos, las cabras, etc.
Las uñas están formadas principalmente por células muertas endurecidas que contienen queratina, una proteína fibrosa que el cuerpo produce de manera natural.
Las uñas crecen 1 mm cada 10 días o unos 3 mm al mes, en promedio claro. Y en los pies, el proceso es más lento. Todo esto dependerá de la edad, la temporada del año e incluso de la cantidad de calcio que cada persona ingiera.
Las uñas son una simple “evolución”
Pues bien, en los seres humanos, las uñas son una simple “evolución” de una garra y su finalidad, tal como ocurre en los animales es primeramente proteger a los dedos de golpes.
Pero… Las uñas no sólo están ahí para proteger las puntas de nuestros dedos, no.
Las uñas son las garras simbólicas con las que los seres humanos nos defendemos, por lo que si no tenemos esas “garras simbólicas” fuertes, es una señal de que estamos débiles ante un ataque.
Aquí no voy a desviarme a los daños que pueden ocasionarse en las uñas por “agentes externos” (venenos, tóxicos que no son UNA EMOCIÓN) como los esmaltes, acetonas, siliconas, pegamentos, aplicación de uñas postizas con químicos, que han “dañado” las uñas o las han debilitado.
Eso desde la Biodescodificación no puede ser analizado porque simplemente es un envenenamiento hacia las uñas.
Las uñas naturales
Hablaremos de las uñas naturales, las que todos tenemos, las que con unas tijeras o con un corta uñas cortamos cada tanto, o las que tan sólo limamos para que estén perfectas.
¿Qué conflictos emocionales pueden dañar mis uñas?
Miedo a defenderme (responder, atacar, explicar, aclarar, confrontar, etc).
Estamos hablando de que puedo morderme las uñas (para no tener armas para atacar), vivir una emoción de ME CONTENGO DE ATACAR. Yo me muerdo las uñas, porque no quiero agredir a mi agresor (pero ganas no me faltan).
Si mis uñas son quebradizas, se parten a la mitad, o se trozan en pedazos, estoy viviendo en el presente, un conflicto de desvalorización y de impotencia.
Alguien con quien yo convivo (mi pareja, mi padre, mi madre, hermano o hermanos, hijo o hijos, me desvalorizan todo el tiempo, todos los días, no reconocen mi valor, lo que hago, el cómo lo hago y yo me siento incapaz de defenderme).
No me permito “SACAR LAS GARRAS”. Entonces el inconsciente entiende la orden, y las uñas se me rompen a cada rato.
Mucha atención a que aquí no hay MIEDO, como en el caso anterior. Aquí me siento INCAPAZ de defenderme, me siento poca cosa para defenderme, sé que se burlarán de mí si me defiendo, ni caso me harán.
Uñas encarnadas
Si mis uñas, ya sean las de la mano o las de los pies, “da lo mismo” se me “entierran” se me encarnan ya estamos hablando de un RENCOR hacia la madre o hacia el padre.
Puede ser que mi padre es malo, sí, pero mi rencor puede ser hacia mi madre que fue la que lo eligió.
Puede ser que la mala es mi madre, pero siento rencor hacia mi padre porque “soporta” y “tolera” y hasta “justifica” el mal actuar de mi madre.
Cualquiera de ambas situaciones, me hacen sentir rencor y como mi sentir es de “no puedo hacer nada”, inconscientemente ENTIERRO MIS ARMAS, mis uñas.
Uñas dobladas
Si lo que a mí me sucede es que se me doblan las uñas como si fueran de hule, estoy viviendo un conflicto de que querer aferrarme a dos personas o a dos lugares al mismo tiempo.
Quiero vivir con mi madre y a la vez con mi padre (ellos viven separados); quiero vivir en esta ciudad, pero también quisiera estar en otra ciudad distinta.
La emoción concreta podría ser me aferro a dos cosas distantes, no quiero soltar dos cosas distantes, por lo tanto mis uñas son flexibles, porque inconscientemente quiero aferrar mis garras allá y a la vez aferrar mis garras acá.
Uñas largas
Si lo que yo tengo es una obsesión por tener mis uñas largas, si soy capaz de hacer todo un drama porque alguna de mis largas uñas se rompa, yo estoy viviendo un conflicto de ME REHUSO A SOLTAR AQUELLO QUE ES MÍO.
Y puede ser una pareja, un trabajo, una amistad, el hogar. Es una manera de estar preparada (o) para atrapar con mis garras aquello que se pueda ir, aquello que quiera dejarme, aquello que quiera alejarse. Esto es común en las personas celosas. Vivo activamente un rencor, “no suelto a mi presa”.
Comerse las uñas
Si yo me como las uñas (no hablamos de mordernos las uñas y escupirlas, no. Aquí las muerdo, las mastico y me las trago. Me como las uñas.
Si yo me estoy comiendo “mis garras”, si me estoy comiendo mis “armas de ataque y defensa”, lo que realmente estoy haciendo es mostrando mi debilidad es una manera inconsciente de decir: “MIRA, NO TENGO ARMAS, NO ME ATAQUES, YO NO TE ATACARÉ”.
Miedo a ser golpeado (real y simbólicamente), miedo a ser herido (real y simbólicamente), “miedo a ser abandonado”…con una emoción de “pobre de mí, mira qué débil soy, no te vayas, no me quites eso o aquello”.
Miedo a marcar mi territorio, miedo a ser agresivo, miedo a rascar para descubrir algo desagradable, miedo a despegarme de mi madre.
Uñas descamadas
Si el problema con mis uñas es que se “descaman” (se abren en capas), significa que estoy viviendo una emoción de sentirme traicionado (a) o engañado (a) por alguien que no quiero soltar.
Ese alguien me está engañando, me está mintiendo, no es honesto o leal conmigo.
Uñas con hongos
Si el problema con mis uñas, ya sea en las manos o en pies es que tienen hongos, lo primero que deberemos revisar es nuestra relación con la madre.
Y aquí caben todas las posibilidades de mala relación con la madre, desde que no me toma en serio, hasta que no quiso tenerme, o me juzga, o me critica, o me sobreprotege, o me ignora. TODO.
Los hongos significan suciedad y no se trata de una suciedad real en todos los casos sino la percepción de “esto no debería ser así” que yo tengo con respecto a mi madre.
Me siento desvalorizado ante mi madre. Y no dejen de lado al padre porque también puede ser una desvalorización con respecto a mi madre.
Por lo tanto, siempre que haya un problema con sus garras defensoras, analicen su entorno, analicen a las personas a su alrededor, analicen sus peleas o discusiones, busquen aquella vivencia que los hace contenerse, que los hace enojarse pero callar, que los hace sentir que van a perder algo que es suyo.
Sus uñas, sus garras, sus armas, serán el reflejo de su capacidad de lucha o defensa.
Así las cosas…
Elizabeth Romero Sánchez y Edgar Romero Franco