Metatrón emerge como una figura angélica singular en las tradiciones del judaísmo y ciertas corrientes del cristianismo, pese a la ausencia de menciones directas en los textos sagrados bíblicos. Conocido también bajo diversas variantes de su nombre como Mattatron, Metratón y Metator, este ser celestial destaca por su peculiaridad.
Metatrón: El Arcángel más allá del velo bíblico
Enigmas Celestiales: La dualidad y origen humano de Metatrón
Notablemente diferente de otros arcángeles, cuyos nombres concluyen con el sufijo ‘EL’ —simbolizando su conexión con Dios—, Metatrón carece de este distintivo.
Según las interpretaciones, esto se debe a su origen humano; uno de los únicos dos seres que, tras haber vivido como mortales, fueron exaltados a la condición angelical por voluntad divina.
Una corriente de la doctrina judía sostiene que Enoc, llevado por YHWH o Yahvé, fue transformado en Metatrón.
No obstante, esta visión no es unánimemente aceptada entre las autoridades talmúdicas. Algunas discusiones teológicas sugieren la existencia de dos entidades distintas bajo el nombre de Metatrón: una versión de siete letras y otra de seis.
El Metatrón de siete letras es considerado el primigenio, al que uno de los textos apócrifos atribuidos a Enoc denomina «YHWH Menor». Por otro lado, el Metatrón de seis letras sería la forma angélica asumida por Enoc.
Mientras el Metatrón primordial ejerce la función de escriba divino, el segundo, en la tradición cabalística y según se cita en el libro del Zohar como ‘Metratón el Joven‘, se identifica con el ente luminoso que condujo al pueblo de Israel a través del desierto tras su éxodo de Egipto.
Otra interpretación propone que Metratón representa la faceta ‘masculina’ de la Shekiná, considerada la Gloria de Dios y para algunos, el aspecto femenino de la divinidad, recordando aquellas narrativas mitológicas antiguas en las que el dios del cielo se unía a la diosa de la tierra.
En esta visión, Metratón y Shekiná se yuxtaponen en un equilibrio cósmico, reflejando la dualidad divina antes de la concepción monoteísta de un único Dios.
La Shejiná: Morada y aliento divino
La Shejiná se entiende como el lugar donde reside Dios —ya sea en el templo, el cielo o manifestándose como la inspiración divina
En el cristianismo, la Trinidad comprende al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, figuras masculinas que simbolizan diferentes aspectos de una misma divinidad. Esta concepción tiene paralelismos con mitologías antiguas donde se veneraban tríadas de deidades, aunque frecuentemente con un enfoque femenino.
Dichas mitologías paganas a menudo representaban al padre, la madre y el hijo o la hija. En este contexto, el Espíritu Santo cristiano puede interpretarse como una transformación masculina de la ancestral Shejiná, considerada como la madre divina.
Los orígenes de esta asociación entre Metatrón y la Shejiná se rastrean hasta tradiciones talmúdicas. Se cuenta que Elisha Ben Abuya, quien supuestamente había entrado en el Paraíso, observó a Metatrón ocupando un sitial reservado únicamente para Yahveh.
Del matiz femenino de la divinidad: Shejiná y su paralelismo con el Espíritu Santo
Metatrón y Shejiná: Explorando la intersección de lo masculino y femenino en la espiritualidad
Frente a esta visión, Elisha Ben Abuya concluyó que existían dos deidades en el cielo. Los eruditos rabínicos, sin embargo, aclararon que Metatrón actuaba como un secretario celestial, encargado de documentar las acciones de Israel y por ello se le permitía sentarse junto a Dios —interpretación sujeta a la visión de cada creyente.
Otra explicación sostiene que el nombre «Metatrón» deriva del hebreo, significando «Guardián de la Entrada» o «Aquel que está detrás del Trono».
En contraste, el escritor Robert Graves propone un origen griego para el término, sugiriendo una incorporación más reciente, probablemente en la era del Nuevo Testamento o después.
Según Graves, «Metatrón» podría ser una adaptación hebrea de la frase griega «meta ton thronón» (cerca del trono), mientras que otros indican que en latín, «metator» se traduce como mensajero o medidor.
Esta teoría se respalda por el hecho de que las referencias más extensas a Metatrón aparecen en textos cabalísticos desarrollados entre los siglos XII y XIII.
Metatrón: El gran Escriba Celestial y su destacado rol en la Cábala
Del Árbol de la Vida al Universo: Influencia de Metatrón, el Rey de los Ángeles
Dentro de los místicos senderos de la Cábala, la figura de Metatrón resplandece con particular distinción, ostentando los títulos de ‘Canciller del Cielo’ y ‘Gran Escriba del Cielo’.
Su primordial misión es redactar el ‘Libro de la Vida’, un rol que le confiere la singular prerrogativa de sentarse en la inmediata presencia de Dios —privilegio negado a cualquier otro ser. Esta posición excepcional subraya su interpretación como el segundo en jerarquía celestial.
En su labor como escribano, Metatrón actúa de intermediario divino, tomando los dictados de Dios para luego divulgarlos entre el resto de los ángeles. Esta función le ha valido la veneración como el “Rey de los Ángeles”.
Su influencia se extiende hasta el mismo Árbol de la Vida, donde preside desde el Sefirot de Keter —la corona y el pensamiento primigenio. De este punto se despliega la centella original que genera la luz, impulsando la creación. Tal proceso se equipara metafóricamente al Big-Bang del universo.
Metatrón y el secreto de la geometría divina: El poder del Cubo Protector
El Cubo de Metatrón: Del fruto de la vida a la alquimia del espíritu
Metatrón también está profundamente vinculado a la geometría sagrada. Conceptos como el árbol, la flor, el fruto y el huevo de la vida se originan a partir de figuras geométricas fundamentales, naciendo todas de un círculo originario. Este se replica y se solapa en secuencias para formar las estructuras mencionadas.
El Cubo de Metatrón, un símbolo derivado de la unión de los centros de los trece círculos que conforman el fruto de la vida, sobresale entre estas figuras. Las líneas conectadas proyectan cuatro de los cinco sólidos platónicos. Se dice que Metatrón grabó su propia alma en este diseño para otorgarla a la humanidad.
Este cubo no solo es un emblema de conocimiento esotérico, sino que también se le considera un glifo sagrado de protección.
A menudo se utiliza en rituales para rodear objetos o personas, resguardándolos de entidades demoníacas y fuerzas malignas. Su significado trasciende también al ámbito de la alquimia, donde el círculo se concibe como un espacio de contención o una matriz de creación.