¡La gente quiere aprender encima de lo que creen que ya saben! Debemos vaciar nuestras mentes. ¡O sea reaprender! No puedo hacer un dulce y ponerlo en un bote sucio porque lo dañaría.
Aprender a desaprender para volver a aprender
El rabino te ayuda a cambiar cómo piensa tu mente no judía a una mente judía. La Torá es dada al pueblo de Israel porque ellos tenían la comprensión que el Todopoderoso necesitaba un humano tuviera para descifrar los secretos de los cielos.
Para aprender Torá debes desaprender y reaprender, pues está escrito que lo kadosh no puede habitar con lo mundano y eso aplica a los pensamientos principalmente ya nuestra forma de ver la realidad. Un sacerdote se encuentra con su amigo, el rabino, y le dice:
— Tú me has enseñado muchas cosas, pero hay una cosa en particular, que quiero aprender, y no quieres enseñarme. Quiero que me enseñes el Talmud.
El rabino respondió:
– Usted es un no Judío y tiene el cerebro organizado de un no Judío. No hay ninguna posibilidad de que usted tenga éxito en la comprensión del Talmud.
Pero el sacerdote continuó en su intento de persuadir al rabino para que le enseñe el Talmud. Por último, el rabino está de acuerdo, y le dice al sacerdote:
— Estoy de acuerdo le enseñaré el Talmud, a condición de que responda una pregunta.
El sacerdote aceptó y le pidió al rabino. — ¿Cuál es la pregunta?
— Dos hombres caen por la chimenea. Uno sale sucio y el otro sale limpio. ¿Cuál de los dos va a lavarse?.
— Muy simple, contestó el sacerdote. — El que está sucio se va a lavar, y el que está limpio no va.
El rabino le dice al sacerdote:
— Le dije que no tendría éxito en la comprensión del Talmud, ocurrió todo lo contrario. El limpio mira al sucio y piensa que él también está sucio, y se va a lavar. El sucio, por otra parte, mira al limpio y piensa que él también está limpio y, por lo tanto, no se va a lavar.
El sacerdote le dice al rabino:
— Esto no se me ocurrió. Hágame por favor, otra pregunta.
El rabino entonces le dice al sacerdote:
— Dos hombres caen por la chimenea. Uno sale sucio y el otro sale limpio. ¿Quién de los dos va a lavarse?
El sacerdote le dice al rabino:
— Muy sencillo, el limpio mira al sucio y piensa que él también está sucio y se va a lavar. El sucio, por otro lado, mira al limpio y piensa que también esta limpio y, por tanto, no se va a lavar.
El rabino entonces le dice al sacerdote:
— Se equivoca otra vez. Le dije que no va a entender. El limpio se mira en el espejo, ve que esta limpio y, por lo tanto, no va a lavarse. El sucio se mira en el espejo, ve que está sucio y se va a lavar.
El sacerdote se queja al rabino.
— Pero no me dijo que hay un espejo ahí.
El rabino le dice al sacerdote:
— Se lo dije. Usted es un no Judío, con su mente no tendrá éxito en la comprensión del Talmud. Según el Talmud, hay que pensar en todas las posibilidades.
— Muy bien, dijo gimiendo el sacerdote al rabino, — Vamos a intentar una vez más. Hágame una pregunta más.
Por última vez, dijo el rabino al sacerdote:
— Dos hombres caen por la chimenea. Uno sale sucio y el otro sale limpio. ¿Quién de los dos va a lavarse?
— ¡Eso es muy sencillo! respondió el sacerdote.
— Si no hay un espejo, el limpio se verá en el sucio creerá que él también está sucio y por lo tanto, irá a lavarse. El sucio verá al limpio y pensará que él esta limpio, y por lo tanto, no irá a lavarse.
— Si hay un espejo, el limpio se mira en el espejo y por lo tanto no irá a lavarse. El sucio se mira en el espejo, se ve que está sucio y por lo tanto irá a lavarse.
El rabino entonces le dice al sacerdote:
— Le dije que no tendría éxito en la comprensión. Usted es un no Judío tiene un cerebro no judío. Dígame, ¿cómo es posible que dos hombres caigan a través de una chimenea y uno salga sucio y el otro limpio?
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