Para comprender por qué funciona esto, hay que tener en cuenta una de las características del inconsciente: El inconsciente no juzga, es irracional y por lo tanto lo simbólico para el inconsciente es tan real como lo que para nosotros, conscientemente es real.
Actos simbólicos como una forma de hablarle a nuestro inconsciente
Por ejemplo, para nuestro inconsciente es lo mismo que escribamos una carta a una persona hacia la que sentimos rabia, ira o frustración, que directamente proyectar la rabia hacia la persona.
Igualmente tu mente suelta la carga, y el beneficio en este caso, es que nuestra rabia no vendrá de nuevo reflejada, ya que no la hemos proyectado en nadie “real”. Actos simbólicos que pueden servir para liberar el síndrome del fantasma o yacente, y también para los dobles.
Duelo simbólico
Para cuando hay un síndrome de yacente o fantasma (sobre todo en abortos, o niños que han fallecido):
- Compramos una vela (como sabemos para quien es, nos dejamos sentir a la hora de elegirla).
- Escribimos en un papel: «Lo siento, yo no lo sabía, por favor perdóname, te amo, gracias»
- En la parte de atrás de ese mismo papel, podemos poner unas palabras dedicadas a ese ser. Lo más importante es la intención que le ponemos y que lo hagamos de corazón. Podemos personalizarlo tanto como queramos.
- Ponemos la vela en un plato y la encendemos.
- Leemos la nota que hemos escrito 3 veces: 1º en voz alta, 2º susurrando, 3º mentalmente.
- A continuación quemamos la nota y dejamos las cenizas en el plato hasta que se consuma la vela.
- Cuando la vela se ha consumido, cogemos los restos de la vela y las cenizas y los enterramos.
Duelo simbólico
Duelo simbólico para un doble heredero universal o síndrome de fantasma cuando la persona ha fallecido siendo adulta. Antes, es bueno darnos cuenta de cómo las vivencias de esta persona, tienen influencia en nuestra vida.
Puede que estemos repitiendo patrones de conducta, formas de vivir, miedos, etc. Incluso puede que lo hagamos todo al revés de esta persona (estaríamos entonces reparando). Cuando nos hayamos dado cuenta al menos de algunas cosas que heredamos, empieza este proceso:
Escribimos una carta a esa persona, en la carta le hablamos de cómo inconscientemente tenemos la tendencia de repetir sus historias, o repararlas. Le hablamos también desde nuestro corazón, como si tuviésemos una conversación con esta persona, le podemos hablar de lo que sintamos.
Nos dejamos fluir, que hable nuestro corazón. Terminamos la carta con este texto o algo parecido que sintamos:
“Gracias por todo, gracias por todos los programas, conflictos e historias que heredo de ti (aquí lo podríamos personalizar), hasta ahora me sirvieron, pero YO NO SOY TÚ. Ya no necesito seguir duplicando o reparando tus programas, conflictos e historias.
Acepto la vida tal cual se me ha dado y a partir de ahora sigo yo, para hacer de mi vida lo que yo desee hacer. Me libero como un acto de amor, ya que al liberar los programas, también te libero a ti y al clan. Gracias.”
Aquí hay muchas frases que podríamos utilizar, por ejemplo de Miguel Ángel Marín Millán, un maestro de la pedagogía sistémica, entre otras cosas.
Imaginemos que estamos siendo fieles a una abuela que no pudo vivir una relación de pareja feliz, le diríamos: “Abuela, mírame con buenos ojos, si yo me permito vivir feliz en pareja. Y en la medida que yo me lo permito, también tú a través de mí, puedes sanar esa relación”.
Miguel Ángel también utiliza esta otra frase:
“Abuelo, dejo contigo (aquí ponemos la experiencia que yo repito) asumiendo que tú eres mucho más grande que yo. Tú puedes con eso. Yo sólo puedo tomar la vida que me llega de ti y hacer algo útil hacia la vida que sigue, también en tu memoria. Te honro y te doy un buen lugar en mi corazón. Gracias por liberarme de esto.”
Una vez que tenemos la carta escrita, la quemamos y las cenizas las enterramos junto a una semilla.
Mi recomendación es hacerlo en la naturaleza, pues el simbolismo es mayor (es algo que entrego a la vida, al universo o como queráis llamarlo), y la semilla que plantemos si es de alguna planta o flor que es significativa para nuestra familia, para esa persona a la que escribimos la carta o para nosotros, mejor.
El inconsciente entiende algo así
Estos programas son quemados, ya no viven en mí. Como no están vivos en mí, los entierro, y planto una semilla que simboliza una nueva vida que nace a partir de este acto de amor.
Es importante comprender, que esto lo hacemos desde el amor, cuando lo hacemos desde el miedo no sirve para nada más que para crear más miedo.
También es importante darnos cuenta de que no somos los salvadores de nadie, esto no lo hacemos por ellos, no somos los “elegidos”, ni los “héroes”, no dejemos que nuestro ego nos cuente eso.
Esto lo hacemos por nosotros mismos, y teniendo en cuenta siempre que ellos son los grandes y nosotros los pequeños, es decir, que nuestro sentimiento de agradecimiento a la vida que se nos ha dado, siempre tiene que ir por delante, más allá de cómo haya sido.
Por supuesto, estos actos son mucho más significativos si hemos tomado conciencia de lo que heredamos. Yo recomiendo antes de hacerlos tener una consulta sobre tu árbol, pues eso nos puede ayudar a comprender muchas más cosas.
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