Descendiente de Leví, Aarón fue el primogénito entre tres hijos de Amram y Jochabed, siendo María la más joven y Moisés el benjamín de la familia. Es reconocido como profeta no solo en los textos hebreos, sino también en el Corán, donde es llamado Harún.
Aarón: Sustento de Moisés en el Antiguo Testamento
Según registros hebreos, su nacimiento tuvo lugar en 1574 a.C. en tierras egipcias y su muerte se produjo en el monte Hor, justo antes de que los israelitas entraran a la Tierra Prometida, alcanzando los 123 años de edad.
A pesar de ser escogido divinamente para apoyar a Moisés gracias a su habilidad oratoria, no logró traspasar el monte Hor, pues dio su aprobación a la fabricación del Becerro de Oro mientras Moisés se encontraba en el monte Sinaí.
El libro de Éxodo destaca el papel crucial de Aarón en la liberación de los israelitas de Egipto, sirviendo como voz para su hermano Moisés.
Moisés expresó sus inseguridades al Señor, mencionando: «Perdona, Señor, nunca he sido un hombre de muchas palabras. Siempre he tenido problemas para expresarme, incluso desde que me hablaste».
A esto, el Señor replicó: «¿Quién dotó al hombre de voz? ¿No fui yo, el Señor? Yo estaré contigo y te guiaré en lo que debas decir».
Sin embargo, Moisés reiteró sus dudas, solicitando que se eligiera a otra persona para el encargo. Ante tal petición, la irritación del Señor fue evidente, y señaló: «¿No está Aarón, tu hermano y levita? Él no tiene problemas para hablar. De hecho, en estos momentos se dirige hacia ti. Cuando te vea, se alegrará. Será él quien hable por ti al pueblo; será tu voz y tú serás como un dios para él. Además, lleva contigo este bastón con el que realizarás maravillas».
Moisés y Aarón: Un Encuentro Determinante
Por su parte, el Señor instruyó a Aarón para que se encontrara con Moisés en el desierto. Al reunirse en la montaña sagrada, se saludaron con un abrazo fraternal.
Moisés compartió con Aarón la responsabilidad que el Señor había depositado en ellos, así como las maravillas que debían manifestar. Con esta información, ambos se presentaron ante los líderes israelitas.
Aarón compartió el mensaje divino con los ancianos y Moisés mostró los prodigios ante el pueblo. Ante tales manifestaciones, la fe del pueblo se fortaleció y al conocer que el Señor había observado su sufrimiento, se inclinaron en profunda reverencia.
En las laderas del monte Sinaí, los hebreos fueron testigos de la entrega de los Diez Mandamientos. En ese contexto, Aarón, acompañado de setenta líderes de Israel, ascendió a la montaña, donde tuvieron el privilegio de contemplar al Altísimo.
Bajo ellos, se desplegaba un manto de zafiro, reflejando la pureza del cielo en un día despejado.
Antes de que Moisés subiera al pico de la montaña, confió en Aarón y Jur para solucionar los conflictos que pudieran surgir en su ausencia. (Ex. 32, 21, 28).]
Al notar que Moisés tardaba en regresar de la montaña, la multitud se agrupó alrededor de Aarón, exigiendo:
«Constrúyenos una deidad que guíe nuestro camino, ya que desconocemos el destino de Moisés, el líder que nos liberó de Egipto.»
Aarón respondió, «Despojen a sus familias de los aros de oro en sus orejas y tráiganmelos». Sin titubeos, la gente hizo lo solicitado y presentó el oro a Aarón.
Con habilidad, Aarón moldeó ese oro y creó una imagen de un becerro. Observándolo, proclamaron:
«Aquí está tu divinidad, Israel, la que te liberó de Egipto». Reconociendo el fervor del momento, Aarón estableció un altar frente a la figura y declaró: «Mañana celebraremos en honor al Señor».
Al alba del día siguiente, realizaron ofrendas y compartieron en un festín. Con los estómagos llenos, la gente se entregó a las festividades…